capitulo 20

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—Ya, bueno. Me alegro de que hayamos aclarado las cosas. —Manuel tenía miedo de mirarla a los ojos, pero sabía que tenía que hacerlo. Sólo así lograría asegurarse de que ella no estaba fingiendo esa indiferencia—. Lucero.

— ¿Sí?

—Creo que lo que pasó anoche fue porque en estas últimas semanas hemos pasado demasiado tiempo juntos. Ya sabes, aquí, en el trabajo, los fines de semana. Los dos bebimos demasiado y bueno, tú estabas aquí, y yo...

Lucero estaba tan estupefacta que no podía pronunciar ni una sola palabra. Esa mañana no esperaba que él le propusiera matrimonio, ni que le declarara su amor incondicional, pero tampoco contaba con que dijera que todo había sido un error y que lo mejor era olvidarlo. Según él, sólo se habían acostado porque estaban medio borrachos y porque en los últimos días se habían visto demasiado. ¡MALDITA estupidez!

Cuando Manuel dijo «tenemos que hablar», Lu ya supuso que le soltaría el rollo «seamos sólo amigos», y acertó. Pero utilizar el alcohol y la proximidad física para justificar haberse acostado con ella era el colmo.

Después de lo de la noche anterior, Lu creía que su relación iría hacia adelante, que los dos seguirían hablando cada noche hasta las tantas, que seguirían compartiendo cenas, cines, paseos... pero que ahora todo eso iría acompañado de besos, caricias y sentimientos. Se había imaginado que, durante el tiempo que estuviera trabajando en Londres, se enamorarían y que luego ya encontrarían la manera de continuar con su relación. Si pasados esos meses su relación se rompía, o si ambos decidían no seguir con ella, lo superaría. Le dolería, pero lo superaría. Sin embargo, ver que él ni siquiera estaba dispuesto a intentarlo, que prefería pasar página y no arriesgarse, le dolía mucho más de lo que había imaginado. Tenía ganas de gritarle, de insultarlo, de decirle que era un cobarde. Pero no hizo nada. Si él no estaba dispuesto a darle una oportunidad, su relación estaba condenada desde el principio, y ella no sabía cómo decirle que se equivocaba.

— ¿Estás de acuerdo? —preguntó Manuel al finalizar su discurso.

—Sí. —Lu apenas lo había escuchado.

— ¿Sí?

—Claro. Seguro que tienes razón. Al fin y al cabo, así nos ahorramos problemas. Quién sabe, a lo mejor terminarías enamorándote de mí, y eso sería catastrófico.

Manuel levantó las cejas e iba a decir algo, pero Lucero lo interrumpió:

—Tranquilo, estaba siendo sarcástica. Ya sé que eso es imposible. Tan imposible como que yo me enamore de ti. Vaya tontería. Mira, no te preocupes, ya está olvidado. A partir de ahora, haremos tal como tú has dicho; tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Es eso lo que quieres, ¿no?

—Sí —respondió Manuel muy inseguro.

—De acuerdo. —Lucero se frotó los ojos. No estaba dispuesta a derramar ni una sola lágrima delante de él—. Me voy a dormir. Buenas noches.

—Buenas noches.

Lucero cerró el libro que estaba leyendo antes de que él llegara y se dirigió hacia su habitación. Estaba ya a punto de entrar cuando oyó que Manuel la llamaba.

—¿Lucero?

—¿Sí?

—Mañana estaré fuera todo el día, he quedado con Santi

Eso era mentira. Santi tenía un compromiso con su familia, y Manuel más bien se pasaría todo el día en el gimnasio, o en casa de Jack. Vio la cara de Lucero y apretó los puños con fuerza para controlar las ganas que tenía de levantarse, correr hacia ella y abrazarla. Había conseguido decir todo lo que quería, y seguía creyendo que era lo mejor, pero al verla, lo único que deseaba hacer era besarla hasta que los dos perdieran el sentido. Así que decidió que debía distanciarse un poco, a ver si así conseguía recuperar su autocontrol.

—No hay problema. Yo también tengo planes.

— ¿Qué planes? —no pudo evitar preguntar Manuel.

—Nada en especial. He quedado con Nicolas para ir a pasear por Hyde Park y luego iremos a almorzar —respondió Lucero mientras rezaba para que Nicolas estuviera libre y pudiera convertir esa mentira en verdad.

—Ah, bueno. —Manuel tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle y decirle que no quería que fuera a pasear a Hyde Park con Nicolas, que ese paseo le pertenecía a él y que ella no tenía derecho a sustituir el recuerdo de ese día que ellos dos habían compartido en ese parque por uno nuevo con otro hombre. Pero no dijo nada de eso—. Espero que lo paséis bien. Dile a Nick que lo veré el miércoles.

—Claro. —Lu lo miró a los ojos una vez más y luego se volvió hacia la puerta de su habitación—. Buenas noches.

Y cerró sin esperar a que él respondiera.

Por suerte, gracias a Jack y a sus otros compañeros, a Lucero las horas en el trabajo se le pasaban muy rápido, y apenas veía a Manu. Por otra parte, cuando lo veía, él estaba tan distante y arisco que incluso era preferible no verlo. Lo echaba mucho de menos; echaba de menos sus conversaciones, sus sonrisas...

Ya hacía algo más de una semana de la noche fatídica, del «error», y Lucero llegó a la conclusión de que no podían seguir así. Era absurdo. Parecían dos novios de instituto. Era una situación ridícula y muy incómoda.

♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora