Lucero puso orden en la cocina y vio un rato la televisión. Estaba muerta de sueño, pero no quería acostarse antes de haberle dado otra vez la medicación a Manuel, de modo que tenía que quedarse despierta hasta las doce. Cuando llegó la hora, volvió a preparar un poco de zumo para poder diluir en él las pastillas.-Ya estoy aquí. Veamos cómo está mi enfermo preferido. -Se sentó en la cama y notó cómo se le iba todo el color y se quedaba blanca en cuestión de segundos. Manuel estaba aún más caliente que antes. Tanto, que cuando ella le puso la mano en la frente, él se apartó como si no pudiera soportar nada más sobre la piel-. Manolo, espero que cuando te recuperes, no te enfades por lo que te voy a hacer.
Dicho esto, se levantó, apartó las sábanas de la cama y empezó a desabrochar la camisa del pijama de Manuel. Éste no paraba de quejarse, pero por suerte para ella, estaba demasiado débil para oponer resistencia. Para calmarse los nervios, Lucero siguió hablando:
- ¿Sabes una cosa? Nunca imaginé que el día que te quitara la ropa sería así. Y no me digas que ya te he visto desnudo antes. Esa noche que nos acostamos fue todo demasiado rápido. -Suspiró-. Siempre pensé que haríamos el amor en la playa, como en las películas. Vaya tontería, ¿no? -Con cada botón le confesaba algo más-. Otra cosa que me imaginaba era a ti desnudándome; despacio, lentamente, no como el otro día. ¿Recuerdas que te dije que lo había olvidado? Era mentira. Aunque supongo que tú sí lo has olvidado. En fin, es mi destino. Soy pésima enamorándome.
Ya le había quitado la camisa y el pantalón, sólo le había dejado los bóxers.
—Gracias a Dios que te dejaste los calzoncillos debajo del pijama, no sé si habría podido hacer esto si hubieras estado totalmente desnudo. Por cierto, estás demasiado delgado, pero eso ya lo arreglaremos, ¿vale? Voy al baño a buscar toallas, no te muevas. No está mal eso de que no me repliques.
Lucero regresó con un par de toallas totalmente empapadas en agua helada, se sentó y empezó. Al notar el contacto con el agua fría, Manuel tembló aún con más fuerza.
—Shh, tranquilo.
Primero se las pasó por la cara y el cuello, y cuando creyó que ya se había acostumbrado al frío, bajó al pecho. Manuel volvió a estremecerse.
—No pasa nada.
Oír su voz parecía tranquilizarlo, así que continuó hablando.
—Espero que tengas el detalle de no acordarte de esto, aunque para mí será difícil de olvidar. Creo que vas a formar parte de mis sueños eróticos toda la vida. —Le mojó también los brazos—. Me encanta este vello que tienes en los brazos, es tan sexy. Nunca he entendido por qué hay hombres que se depilan. Bueno, basta de decir tonterías, creo que ya te ha bajado un poco la temperatura. Ahora tienes que tomarte otra vez el antitérmico.
Dejó las toallas y le volvió a dar la medicación. Por suerte, él se la tomó en seguida, y pareció quedarse tranquilo. Lucero estaba agotada. Tenía que dormir, pero no se atrevía a dejarlo solo. ¿Qué pasaría si Manuel volvía a ponerse tan mal? ¿Cómo lo oiría? ¿Qué podía hacer? Tenía tres opciones: la primera, dormir en la cama con él.
No! La convención de Ginebra prohíbe la tortura. La segunda, irse a su habitación y dejar las puertas abiertas; tampoco, al fin y al cabo les había prometido a Jack y a Amanda que cuidaría de él. Y la tercera, quedarse a dormir en la silla que había en la habitación, aunque al día siguiente le doliera la espalda. «Pero así podré vigilarle», pensó Lucero. De modo que fue a su habitación, se puso el pijama y, en menos de un minuto, regresó al cuarto de Manuel para intentar dormir en aquella incómoda silla.
SOY YO O LUCERO PRETENDE ABUSAR DE MANUEL😩😩✋🏻😂😂
JAKSJAJS LES TRAIGO OTRO CAPÍTULO 🌝💥
PASEN POR LA CUENTA DE MagaliRuizDiaz614
TIENE HISTORIAS MUY BUENAS DE LOS SPAWS🛐
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎
RandomLucero, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, Lucero se traslada a Londres. Su hermano Antonio ha intercedido para que Manue...