capitulo 19

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Lucero vio la cara de Manuel al entrar en el apartamento y supo que algo iba mal.

—Hola. ¿Habéis averiguado algo sobre el robo?

—No, nada. —Colgó la chaqueta y se sentó en el sofá como si no pudiera dar ni un paso más. Se lo veía muy cansado—.Lucero, tenemos que hablar.

—Esa frase nunca me ha gustado.

— ¿Cuál?

—«Tenemos que hablar.» Cuando la dicen mis padres significa que he hecho algo muy malo, cuando la dice Antonio, que me he metido en un lío, y cuando la dice una de las niñas, mis hermanas, que quieren pedirme dinero o ropa prestada. Y si lo dicen los gemelos, significa que ellos se han metido en un lío y quieren que yo los ayude a salir de él.

—Bueno, yo no quiero que me prestes dinero ni ninguna de tus faldas.

—Ya, pero seguro que estoy metida en un lío.

Ambos sonrieron, pero a Manuel la sonrisa no le llegó a los ojos.

— ¿Qué pasa? —preguntó Lucero.

—Tenemos que hablar de lo de anoche.

—Esto va de mal en peor —murmuró ella sin que él la oyese.

— ¿Por qué no te sientas? —Manuel dio unas palmadas en el sofá y, cuando ella se sentó, continuó—: Lo de anoche no debería haber sucedido nunca.

— ¿Ah, no? —Lucero no podía creer lo que estaba oyendo, pero justo cuando iba a contestarle, vio que él se disponía a continuar y optó por dejarlo acabar antes de decir nada.

—Lo de anoche, aunque fue fantástico, no debería haber sucedido nunca. Los dos habíamos bebido demasiado y perdimos la cabeza. Pero tú estás en mi casa, y yo debería haber sido capaz de controlar mis impulsos y no abusar así de tu confianza.

Lucero tuvo que morderse la lengua para no interrumpirlo; ya volvía a sonar como un personaje de una novela de Jane Austen. Para ella, la noche había sido fantástica, y la única queja que tenía era que él lo lamentara.

—De hecho, intenté detenerme, pero bueno, tú... Bueno, ahora eso ya no tiene importancia. Tú eres la hermana de mi mejor amigo y yo no quiero perder su amistad, ni la tuya, por nada del mundo. Creo que lo mejor que podríamos hacer es olvidarlo y pasar página, ¿no crees?

Cómo Lucero no contestó, Manuel continuó:

—Yo valoro mucho nuestra amistad —repitió.

—Y yo. —Lucero decidió interrumpirlo. Si de la boca de Manuel salía la palabra «amigos» una vez más, iba a matarlo—. No te preocupes, ya está olvidado.

— ¿En serio? —Manuel parecía tan aliviado que a ella le entraron ganas de abofetearlo—. Me quitas un gran peso de encima, creí que te enfadarías.

— ¿Enfadarme? ¿Por qué? —Levantó las cejas para dar más credibilidad a su actuación—. ¿Por no declararme tu amor eterno tras una noche juntos? Una noche de la que apenas recuerdo nada, por cierto.

Ante ese cínico comentario, Manuel retrocedió un poco. Una cosa era que ella estuviera de acuerdo con él en lo de ser sólo amigos, y otra muy distinta que no fuera capaz de acordarse de lo fantástico que había sido todo entre ellos. Porque lo había sido, ¿no?

♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora