Manuel pasó toda la noche recordando cómo las discusiones de sus padres le había arruinado la infancia, pero si era sincero, eso no había sido lo peor. Lo peor había sido ver cómo su padre, aún completamente enamorado de su mujer, se había ido consumiendo hasta morir. No le había importado nada, ni su propia madre, que lo apoyaba, ni su hijo. Se había dedicado a beber hasta perder el sentido y, cuando lo consiguió, decidió que ese estado etílico se iba a convertir en su estado habitual. Incluso ahora, Manuel tenía que esforzarse por recordar a su padre sobrio. Por suerte, Nana siempre había estado a su lado, y lo ayudó a no odiarlo. Con Lucero entre sus brazos, sentía como hacía años que no sentía.No sólo porque lo excitaba más allá de la razón, sino porque con ella tenía ganas de temblar, de emocionarse, de arriesgarse a bajar la guardia; pero si valoraba todas las consecuencias, bueno, era mejor así. Sí, sin duda no arriesgarse era la mejor decisión. No entendía por qué el corazón le daba un vuelco al pensarlo, y por qué su entrepierna se negaba a aceptarlo. En fin, ya lo lograría de alguna manera.
Lucero se pasó todo el fin de semana con Nicolas, pero no se quedó a dormir en su casa porque, a pesar de que él se lo había ofrecido, no quería que cuando ella se fuera Manuel y él dejaran de ser amigos. Nick la consoló lo mejor que pudo, y le dijo que estaba seguro de que Manuel también lo estaba pasando muy mal, si no, no le habría hecho ese comentario tan desagradable sobre ellos dos. Ella no estaba tan segura.
Lucero no tenía ni idea de lo que Manuel había hecho durante el fin de semana. Lo único que sabía era que había dormido en el piso, porque tanto el sábado como el domingo por la mañana vio que se había duchado. De no haber sido por ese detalle, habría creído que no estaba. Aunque apenas había dormido en los últimos dos días, el lunes por la mañana se levantó, se vistió y se fue a trabajar como siempre. Lucero no iba a permitir que su historia con Manuel le estropeara también eso. Trabajar en la revista le gustaba realmente; sus compañeros eran fantásticos y estaba aprendiendo mucho No quería que nadie se diera cuenta de que tenía el corazón hecho añicos. No porque se avergonzara, sino porque no quería que Manuel se enterara. Si él era capaz de ignorar lo que había entre ellos dos sin parpadear, ella no iba a ser menos. Así que, cada noche, se repetía a sí misma que estaba a punto de lograrlo, que al día siguiente ya no tendría tantas ganas de abrazarlo, y que cuando lo viera ya no se le aceleraría el corazón.
Por su parte, Manuel estaba agotado. Se había pasado prácticamente todo el fin de semana escondido en el gimnasio. No pensar en Lu lo estaba consumiendo y ya se le estaban acabando las ideas. Se levantaba antes que ella, pero el cuarto de baño estaba repleto de sus trastos, y cada día tenía que controlarse para no oler su champú o su colonia. Nunca lo lograba. Los olía. En la revista, estaba un poco mejor, pero cuando alguien le comentaba lo bien que Lu hacía su trabajo o lo dulce que era, volvía a empeorar. Por suerte, ella parecía ser capaz de ignorarlo, y casi no le dirigía la palabra, porque cuando lo hacía, Manuel tenía que concentrarse en no mirarle los labios y pensar en lo bien que sabían.
Para evitar encontrarse con Lucero en el piso, de noche iba al gimnasio un par de horas a ver si así se cansaba y podía dormir, pero ni así lo lograba. Lo único positivo de todo aquello era que, a ese ritmo, recuperaría los abdominales de cuando tenía veinte años. Al salir del gimnasio se compraba algo de comer e intentaba prepararse para el peor momento del día: entrar en casa. Cada noche se decía a sí mismo que estaba a punto de lograrlo, que al día siguiente ya no sentiría esas ganas de besarla, y que cuando la viera ya no se le aceleraría el corazón.
El miércoles, Lucero estaba almorzando con Jack y Amanda en una cafetería al lado del trabajo y Jack le cogió la mano, la miró a los ojos con cara de preocupación y le preguntó:
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎
RandomLucero, una joven diseñadora gráfica que vive en Barcelona, se ve forzada a redirigir su carrera profesional a causa de un accidente. Aconsejada y apoyada por su familia, Lucero se traslada a Londres. Su hermano Antonio ha intercedido para que Manue...