CAPITULO 49

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-Tú y yo también deberíamos irnos a dormir -prosiguió Lucero, dirigiéndose ahora a Manuel-. Creo que mañana nos espera la venganza de los piratas. -Se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta-. ¿Vienes?

Él levantó la vista de las fotografías que aún tenía en el regazo y no dijo nada.

-¿Vienes? -volvió a preguntarle Lucero.

-Claro. -Se levantó del sofá y la cogió de la mano.

Una vez en la habitación, ninguno de los dos sabía muy bien cómo comportarse, y Lucero optó por disimular buscando el pijama y el neceser en la bolsa que aún no había deshecho. Manuel abrió un cajón y cogió el pijama que antes había guardado.

-Voy al baño -dijo tras carraspear-, ¿o prefieres ir tú primero?

-No, gracias -contestó Lu-. Ve tú.

Ella aprovechó que estaba sola para cambiarse y para preparar la cama.

-Ya tienes vía libre -le comunicó Manuel cuando volvió a la habitación, ya con el pijama puesto.

-Gracias, sólo tardaré un minuto.

Él se puso las gafas y cogió un libro. Necesitaba distraerse, tenía que dejar de pensar en las ganas que tenía de hacer el amor con Lucero, ya que de ninguna manera iba a hacerlo con Santi y Silvia durmiendo a escasos metros de ellos. Tenía que relajarse, a ver si así lograba volver a respirar con normalidad y que la sangre le circulara por todo el cuerpo, y no se concentrara sólo bajo su cintura. Se tumbó en la cama e intentó meterse en la lectura. No tenía ni idea de lo que estaba leyendo. Lucero abrió la puerta y caminó en silencio hacia la cama.

-¿Quieres que deje la luz encendida o tienes suficiente con la de la mesita de noche? -le preguntó a Manuel antes de acostarse.

-Eh, no gracias. Con la de la mesilla tengo suficiente -contestó él sin apartar la mirada del libro.

-Buenas noches, pues -dijo ella, disponiéndose a dormir.

Pero pasados unos segundos se echó a reír.

-¿De qué te ríes?

-De nada. -Seguía riéndose a carcajadas.

-¿De nada? -Manuel sonrió-. Vamos, Lu, cuéntamelo.

-Bueno, es que -dijo Lucero a la vez que se incorporaba en la cama- toda esta escena me ha recordado a mis padres.

-¿Escena? -preguntó él enarcando una ceja.

-Si, ya sabes, tú tan serio, leyendo, y yo preguntándote si necesitas más luz. Una escena muy doméstica. -Lucero sonrió y le pasó la mano por el pelo. Manuel dejó el libro en la mesilla y se quitó las gafas.

-Yo nunca he visto una escena así -contestó mientras apagaba la luz.

-Ahora ya sí. Buenas noches -replicó ella, y cerró los ojos. Sabía que Manuel no estaba cómodo con Santi, Silvia y las niñas tan cerca.

Empezaban a pesarle los párpados cuando sintió cómo él se pegaba a su espalda y la abrazaba, creyendo que ya estaba dormida. Notó su respiración en la nuca y resultó más que evidente lo excitado que estaba. La mano de Manuel se deslizó por su espalda hasta ir a posarse con suavidad encima de su estómago; luego él se movió hasta quedar perfectamente encajado con ella. Lucero iba a darse la vuelta cuando Manuel empezó a besarle suave y cariñosamente la nuca y el cuello. Sólo fueron un par de besos.

-Lu, mi reina -susurró entre los besos-, tengo miedo. -Suspiró profundamente y le dio un último beso en el cuello.

Lucero esperó un instante y, al ver que él respiraba cada vez más despacio, se atrevió a mover su mano hasta colocarla encima de la suya, y cerró los ojos.

Por la mañana, Manuel fue el primero en despertarse, y vio a Lucero aún dormida acurrucada a su lado. Le encantaba verla dormir. Intentó salir de la cama, pero cada vez que se movía, ella se pegaba aún más a él, así que optó por rendirse y quedarse tumbado disfrutando del momento. Poco a poco, Lu se fue despertando.

-Buenos días -susurró aún medio dormida.

-Buenos días -contestó Manuel mirándola a los ojos-. ¿Has dormido bien?

-Sí, ¿y tú?

-Sí -respondió él mientras le acariciaba la espalda-. Me gusta dormir contigo. -Bajó la cabeza y la besó.

Estaban abrazados, él le acariciaba la espalda al mismo ritmo que su lengua devoraba su labios; ella subió lentamente una pierna recorriendo la de él, para poder estar más cerca.

- ¡MANU! -Gritó Alicia entrando de golpe en la habitación y casi provocando un infarto a sus ocupantes-. Natalie y yo hace rato que te esperamos para jugar. ¿Por qué no te has levantado aún?

-Ya voy -contestó él dando gracias a Dios por haber estado vestido en el momento de la invasión-. Ve con Natalie y yo ahora mismo voy.

- ¿De verdad? -preguntó Alicia suspicaz-. Estás raro.

-De verdad. Y no estoy raro. -Le tiró una almohada-. Vamos, vete ya, pirata. En seguida voy.

Alicia salió riéndose de la habitación y Lucero, que de la vergüenza se había escondido bajo el edredón, por fin pudo respirar tranquila.

-¿Se ha ido?

-Sí, creo que es mejor que vaya a ducharme. No se debe hacer esperar a los piratas.

UN CAPÍTULO CORTO DE ESTA HISTORIA QUE TENÍA ABANDONADA, PIDO PERDÓN 🤙🏻✨
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora