Capítulo 35

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Debían de ser las tres o las cuatro de la mañana cuando Lucero se despertó sobresaltada. Manuel se movía nervioso y hablaba en sueños. En realidad no hablaba, pensó Lucero, discutía, gritaba.

—Papá, te he dicho que no bebas. ¿Hasta cuándo vas a seguir así? —Tenía la respiración entrecortada—. ¡Deja esa botella! Si tengo que pegarte para que lo hagas, lo haré.

Lucero  se levantó y se acercó a él. La cara de rabia de Manuel le destrozó el corazón. ¿De qué estaba hablando?

¿Qué lo atormentaba tanto?

—Manuelito , es sólo un sueño.

Estaba ya a su lado cuando Manuel, completamente dormido, la apartó sin querer y ella se cayó encima de la mesilla que había junto a la cama. El dolor casi la dejó inconsciente durante unos segundos. Seguro que al día siguiente tendría el ojo morado, pero ahora tenía que encontrar la manera de tranquilizarlo a él antes de que se hiciera daño. Así que se levantó y se colocó encima de su estómago.

—Manuel, estate quieto, es sólo una pesadilla, tranquilo. —Él seguía respirando entrecortadamente, pero el peso de Lucero sobre él le impedía moverse tanto—. Manolo, despacio, tranquilo.

Pero entonces volvió a acelerarse.

—Papá, ¡es que no lo entiendes! No te quiere, ni a mí tampoco. Nunca nos ha querido.

Lu notó cómo volvían a tensarse los músculos de él y, para evitar otro ataque, lo besó. No es que fuera muy buena idea, pero fue lo único que se le ocurrió. Primero sólo tenía intención de colocarse encima de él, pero cuando vio la cara de angustia de Manuel no pudo evitarlo. Pensó que él no respondería, y así fue durante unos segundos, pero cuando sus labios se entreabrieron, la besó como si ella fuera la única medicina que necesitaba para curarse. Sus manos ardientes por la fiebre la atraparon, le resiguieron toda la espalda hasta meterse por dentro del pantalón del pijama. Y una vez allí, la apretaron fuerte contra su erección. Lucero le devolvió el beso con la misma pasión, pero con más dulzura. Quería tranquilizarlo, que él notara que alguien lo quería, y ella ya estaba harta de negar lo que sentía. Le acarició la nuca, y poco a poco, Manuel fue relajando los brazos. Ella continuó besándolo; posó sus labios en sus párpados, que parecían húmedos de lágrimas, en la frente, en la nariz, y Manuel fue relajando el ritmo de su respiración. Por fin se tranquilizó. Parecía ya totalmente dormido, de modo que Lucero intentó levantarse para volver a la silla, pero al notar que se movía, los brazos de Manuel volvieron a apresarla, esta vez sin tanta fuerza. La abrazó como si no quisiera que ella se apartara de él.

Chiks xfa voten y lean la historia 🥺🤙🏻 es buena si la empiezan a leer desde el principio 😑
✨Lucero tranquilizando a Manuel✨

♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora