Capítulo 30

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Por suerte, a Santi le encantaron los artículos, pero viendo el humor de Manuel, no se atrevió a volver a mencionar lo de la cena. Ya encontraría el momento. Santi era así, nunca se olvidaba de nada, sencillamente, esperaba el momento oportuno para volver a la carga. Superado este primer y gran incidente, la jornada de Manuel fue a peor. Tenían que trabajar a contrarreloj para modificar la revista y sacar una edición sin los artículos robados. Cuando encontrara al espía, le diría un par de cosas. Para variar, comió solo. Había pensado hacerlo con Jack, pero cuando vio que éste salía con Lucero y Amanda, cambió de idea. No se veía capaz de tener a Lucero sentada delante de él. Era cierto que él quería que se distanciaran, pero ver cómo ella lo ignoraba adrede delante de sus narices era más de lo que ese día se veía capaz de soportar. La tarde no mejoró en absoluto.

Tuvo que quedarse bastante rato respondiendo e-mails, y el colofón final fue cuando, al salir del gimnasio, lo pilló la lluvia. Calado hasta los huesos, lo único que quería era llegar a casa, tomarse dos aspirinas y darse una ducha para ver si lograba entrar en calor. Abrió la puerta, e iba a entrar en el baño cuando la voz de  Lucero lo detuvo.

—¿Qué te ha pasado?

—La lluvia. ¿Qué haces despierta?

—Te esperaba. Pero antes de nada, quítate esa ropa empapada y dúchate con agua caliente. Mientras te prepararé un té.

Lucero le estaba hablando desde la cocina y Manuel seguía de pie, chorreando, estupefacto y sin moverse.

— ¿Aún estás ahí? Dúchate o te resfriarás.

Entonces Manuel reaccionó y se dirigió al baño. Lucero tenía razón, tenía que quitarse la ropa mojada, ya empezaba a notar los huesos helados y un dolor de cabeza que iba in crescendo a una velocidad vertiginosa.

Mientras, Lucero, en la cocina, le preparó el té y un sándwich. Jack y Amanda tenían razón, se lo veía cansado y tenía mal aspecto. Esa tontería no podía seguir. Ella ya había encontrado piso, así que lo mejor que podía hacer era decírselo y empezar el traslado ese mismo sábado.

Tal vez así pudiesen recuperar algo de su amistad.

—Ya estoy aquí. — Manuel se sentó en el sofá. Tenía ojeras y parecía agotado. Apoyó la cabeza en el respaldo y cerró los ojos.

—Toma, bébete esto caliente. —Lucero le dejó la bandeja con la improvisada cena delante, y añadió—: Voy a buscarte un par de aspirinas.

—Gracias, no hacía falta que preparases nada. —Manuel estaba incómodo, le dolía mucho la cabeza y no tenía ni idea de lo que estaba pasando.

—Vamos, tómate las aspirinas y come. —Dejó que comiera un rato en silencio y luego continuó—: Manuel, te estaba esperando porque quería hablar contigo de algo importante.

— ¿De qué? —preguntó él antes de acercarse el sándwich para darle otro mordisco.

—Ya he encontrado piso. Sólo tengo que firmar el contrato y podría mudarme el fin de semana.

Manuel casi se ahoga con el trozo de sándwich que tenía en la boca y, después de un pequeño ataque de tos y dos sorbos de té, preguntó estupefacto:

— ¿Mudarte?

—Sí, esta situación no puede seguir. Incluso en el trabajo están preocupados por tu salud.

—Vayamos por partes. —Manuel no entendía nada—. ¿Qué situación?

—Tú y yo. Parecemos dos adolescentes. —Lucero  se sonrojó al admitir su parte de culpa en la debacle—. Los dos somos lo bastante inteligentes como para darnos cuenta de que esto es insostenible. Lo mejor para ambos es que yo me vaya a vivir a otro sitio.

—No estoy de acuerdo, pero antes de discutir este asunto de la mudanza más a fondo, ¿qué es eso de que en el trabajo están preocupados por mí? ¿Por qué?

—Es evidente, ¿no? ¿Cuántas horas has dormido desde el pasado viernes? ¿Y cuánto hace que no comes una comida decente? ¿Te has visto? Estás más delgado, tienes ojeras, pareces agotado, y eso no es bueno para nadie.

—Estoy bien —balbuceó Manuel, y con esa única frase, Lucero perdió los estribos.

—¿Bien? ¿Cómo vas a estar bien? Lo que estás haciendo es ridículo y totalmente innecesario. —No paraba de mover las manos. Intentar hacer entrar en razón a un hombre es realmente difícil.

—¿Qué estoy haciendo?

—Estás evitándome. ¿Crees que no me he dado cuenta? Yo estoy haciendo lo mismo y es igual de ridículo. —Entonces se sentó delante de él y lo miró directamente a los ojos. Manuel fue a abrir la boca, pero Lucero lo interrumpió—. Mañana mismo firmaré el contrato del piso y el fin de semana me mudaré. No tiene sentido que sigamos así. Lo que pasó entre tú y yo ya está olvidado. —Ni ella misma se creía esa mentira, así que, para disimular, siguió hablando—: Mírate. En tu afán por no toparte conmigo te acuestas demasiado tarde, te levantas antes que yo, no comes con tus amigos, no cenas en tu casa. Un poco excesivo, ¿no crees?

—Creía que era una buena idea. —Levantó los hombros—. No quería que estuvieras incómoda.

—Ya, bueno, y si hace falta te matas en el intento, ¿no? Todos están preocupados por ti. ¿No crees que por cuatro días podríamos compartir piso e intentar hacer vida normal? Pero si lo prefieres, puedo preguntarle al de la inmobiliaria si puedo instalarme mañana. Me siento fatal por echarte de tu propia casa.

—Tú no me estás echando, y te repito que no es necesario que te vayas de aquí. —Estornudó un par de veces—. Siento que todos se hayan preocupado por mí, y creo que tienes razón, lo mejor que podemos hacer es intentar hacer vida normal. —Era un pésimo mentiroso—. Pero si de verdad quieres mudarte, yo mismo te ayudaré a hacer el traslado, aunque ahora quiero irme a dormir. Me duele mucho la cabeza y me parece que me he resfriado. Mañana quiero que me cuentes todo sobre ese piso, pero sigo creyendo que no tienes que irte. —Antes de que ella pudiera rechistar, se levantó del sofá y añadió—: Gracias por el té y, en fin, por todo.

Se tambaleó un poco, pero recuperó el equilibrio en seguida y se dirigió a su habitación.

—¿Manuel? —Lucero tenía la sensación de que él se encontraba peor de lo que decía.

—¿Sí?

—¿Estás bien?

—Sí, claro, sólo necesito dormir. Buenas noches.

—Buenas noches.

HABRA MARATÓN DE LAS 3 HISTORIAS HASTA EL DIA DE MAÑANA POR LA NOCHE✨😌🤏🏻🕶️
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora