Capítulo 23

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—Si Manuel y tú no estuvieran empezando a enamorar el uno del otro —contestó él sin inmutarse—. No intentes negarlo. Todo el mundo cree que nunca me entero de nada porque siempre estoy bromeando, pero la verdad es que siempre he sido el primero en saber cuándo uno de mis amigos está pasando por un mal trago o si, como en este caso, está enamorado. A Manuel se le nota a la legua.

—Pues lo notarás tú, porque yo...

—Lucero, tendrías que ver la cara que pone cada vez que te digo un piropo. En ocasiones he llegado a temer por mi integridad física. Y cuando te doy dos besos, su expresión es realmente cómica.

Lucero no sabía qué decir, pero como era obvio que no podía mentirle a Nicolas, optó por ser sincera. Ella no tenía a nadie con quien hablar sobre esas cosas allí en Londres y con Nick siempre había notado que había una química especial, como la que tenía con sus hermanos.

—¿De verdad?

—De verdad. —Nick siguió cogiéndole la mano—. Mira, me gusta mucho estar contigo, creo que lo pasamos muy bien juntos, ¿tú no?

—Sí, yo también lo paso muy bien contigo.

—Gracias. Para mí es toda una novedad quedar con una chica sólo para charlar y reírme un rato, así que quiero que sepas que me encantaría que nos siguiéramos viendo.

—A mí también. Además, así puedo hablar con alguien sobre Manuel. —Ahora que Lucero no tenía que disimular, estaba aún más contenta.

—Claro, será un placer torturar un poco al bueno de Manuelito. —Nicolas sonrió—. Siempre he pensado que debería aprender a relajarse, y me encanta verlo sufrir por una chica. Aunque espero que ese sufrimiento no sea en vano, Manuel se merece ser feliz.

—Ya lo sé. —Lucero dio un último sorbo a su bebida—. Bueno, ahora que ya conoces mi más oscuro secreto, ¿por qué no me cuentas algo sobre tu última conquista? Tal vez podríamos intercambiar consejos; tú me enseñas a volver loco a Manuel y yo te desvelo los misterios de la mente femenina.

Nicholas se rió y, tras pagar la cuenta, acompañó a Lucero a su casa. De camino, ella le contó que tenía intención de buscar un piso, y él se ofreció a ayudarla; le dijo que le parecía muy buena idea y que tal vez así Manuel reaccionaría. Cuando llegaron al portal, se despidieron con un abrazo, y Nick, como de costumbre, le dio su par de besos. Lucero sonrió y entró. Estaba contenta. Después de casi dos semanas pésimas, ese día todo había empezado a cambiar; tenía un amigo con quien poder reír y hablar sobre Manuel, y buscar piso ya no le parecía tan horrible. Al día siguiente mismo empezaría a hojear los anuncios de los periódicos.

Manuel salió de la revista a las ocho, unas tres horas después de que Lucero se hubiese ido. Esperaba que le hubiera gustado película. Y una mierda; si era sincero esperaba que la película hubiese sido horrible, que Nicolas la hubiera dejado tirada y que... Nada, lo que de verdad quería era haber sido él quien fuera al cine con ella. Con ese pensamiento, dobló la esquina que había justo antes de llegar a su casa y se quedó helado. Delante del portal estaban Lucero y Nicolas abrazados. Manuel cerró los ojos y se dio media vuelta: si se daban un beso no quería verlo, no se veía capaz de soportarlo.

Sin pensar lo que hacía, empezó a andar en sentido contrario. Caminó sin rumbo durante más de una hora y, por más que lo intentaba, no podía quitarse de la mente la imagen de Lucero y Nick abrazándose. ¿La habría besado? Él lo habría hecho, pero si Nicolas se había atrevido a tocarle un solo pelo de la cabeza, iba a tener problemas.

MANUEL TIENE CELOS😬
¿RARO NO?

♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora