Capítulo 39

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—Seguro que te quedarán buenísimos. —El corazón de Lu empezaba a estar descontrolado. Resistirse a  Manuel en estado normal ya era difícil, pero ese Manuel tímido e inseguro era letal para sus sentidos—. Tiene muy buena pinta.

—Ya, pero hazme un favor, no se lo digas a mi abuela, o si no, cuando vaya a su casa me va a tener esclavizado cocinando para ella.

Los dos sonrieron, pero  Manuel seguía preocupado pensando en que  Lucero decidiera finalmente mudarse.

—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo. Soy una tumba. —Volvió a sonreír—. ¿Qué hago? ¿Pongo la mesa?

— ¿Por qué no vas primero a cambiarte? Pareces cansada y ahora que lo pienso, ¿por qué llegas tan tarde?

—Porque me he parado a alquilar una película. Como creía que ibas a llegar tarde...

— ¿Qué película es? —Manuel estaba concentradísimo en su receta.

—Drácula.

—¿Drácula? ¿La versión de hace unos años?

—Sí, ésa. A mis hermanas y a mí nos encanta, y cuando alguna de nosotras está un poco «depre» o tiene mal de amores, la vemos juntas, lloramos, luego nos reímos de nosotras mismas y todo nos parece menos grave.

—Ya, bueno, creo que no lo entiendo, pero si quieres podemos verla. Aunque no esperes que llore.

Lucero se rió.

—No te preocupes. Si además de cocinar lloras al ver Drácula, tendré que casarme contigo. —A Manuel se le cayó la espátula de la mano—. Es broma. Voy a cambiarme.

—Date prisa, esto casi está. —Manuel recuperó la compostura y probó los fideos con la cuchara de madera para ver si necesitaban sal. Al comprobar que sabían bastante bien se sintió muy orgulloso de sí mismo.

Lucero regresó en menos de cinco minutos, y cuando fue a poner la mesa se llevó otra sorpresa. Manuel había comprado flores. No iba a poder resistirlo.

— ¿Flores?

—Sí, las he visto mientras compraba las verduras y he pensado que te gustarían —contestó desde la cocina—. ¿Te gustan?

—Son preciosas. —Como no sabía qué más decir se concentró en poner la mesa. Lucero dudó que jamás lograra recuperarse de esa cena.

Manuel apareció con un plato en cada mano.

—Bueno, a ver qué tal me ha salido esto.

—Ya te he dicho antes que huele muy bien.

—Gracias. Ahora a ver qué tal sabe.

Los dos probaron la comida.

—Genial. De lo mejor que he comido nunca. Te felicito.

—No exageres —respondió Manuel un poco incómodo por el piropo. Tras unos segundos, se le dibujó una sonrisa en los labios—. Acabo de darme cuenta de una cosa.

—¿De qué? —preguntó Lucero llevándose el tenedor a la boca.

—Si he cocinado yo, a ti te toca limpiar. —Le guiñó un ojo.

—Ésas son las normas —convino ella también sonriendo.

—Pues te advierto que he ensuciado mucho.

—No importa.
Comieron unos minutos más en silencio hasta que Manuel ya no pudo aguantar y le preguntó directamente:

LES DEJO ESTE CAPÍTULO CORTO PARA QUE SE ENTRETENGAN🤙🏻
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♡︎𝙀𝙡 𝙖𝙢𝙤𝙧 𝙣𝙤 𝙩𝙞𝙚𝙣𝙚 𝙚𝙨𝙘𝙖𝙥𝙚♡︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora