Intermedio

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-- ¡Oh! parece que ya se durmieron -- dije al darme cuenta que los dos pequeños ya se habían dormido, al final sólo les conté hasta la parte en donde ellas escapan de la biblioteca -- Son tan adorables, por algo los considero mis nietos.

Los acomodé gentilmente en la cama, y luego de darles su respectivo beso de las buenas noches, me puse de pie y salí de su habitación.

《Tan sólo el recordar esa historia me trae algo de nostalgia- pensé.

Sí, recordaba aquellos días, hace tanto, tanto tiempo que nadie recordaría, pero yo al ser escogida por la Gran Oráculo soy capaz de poder recordarlo vívidamente, además el tener ese libro, sí, el libro que encontré en lo más profundo de la Biblioteca, ese libro que tenía una cinta negra, aquel que fue ocultado desde el inicio de los tiempos, ahora ya no es más que un recuerdo.

Recordaba los días en los que salía y viajaba por diferentes universos buscando personas que me ayudarán, pero sobre todo lo recordaba a él, a quien yo diría, fue y es mi más grande amigo.

-- El sólo recordar me trae una nostalgia grandísima -- dije para mí misma mientras me dirigía para la cocina.

Allí me preparé un dulce vaso de chocolate caliente, y luego salí a un pequeño balcón que tenía en mi hogar con un abrigo de lana de color blanco, desde allí podía ver las luces de la ciudad y los autos pasar a lo lejos, y me puse a pensar en cuántas personas ahora estaban seguras gracias a esos tres, y estaba pensando en cuando conocí a Arlett, sí, tan sólo recordar que ella fue uno de esos tres grandes me trajo nostalgia, el recuerdo de verlos a los tres luchando por el futuro del multiverso era algo gratificante.

Toc toc toc...

-- ¿Alguien llama a la puerta? -- dije para mí misma escuchando como alguien tocaba -- ¿Pero a estas horas? ¿Quién será?

Entonces aproveché y bajé, arreglándome mi abrigo de lana, y me acerqué a la puerta y la abrí.

-- Hola -- dijo una voz femenina que ya conocía.

-- ¿¡Tu!? ¿Pero qué? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es posible que...?

-- Lo sé, tienes muchas preguntas, te las responderé todas así que quédate tranquila.

No lo podía creer, el verla a ella de nuevo después de tantos milenios que estuve con vida, solo con la esperanza de volverla a ver, y ahora estaba ella al frente de mi en una dulce noche de invierno, no me aguante las ganas y me lancé encima de ella dándole un gran abrazo.

-- ¡Mi pequeña! -- dije en voz alta casi llorando de felicidad.

Claramente ella no era familia mía, no nos unía nada en común, pero, fui yo quien la críe y la amaba como a una hija.

-- Vamos -- me dijo ella -- Tengo mucho que contarte -- dijo y ambas entramos a mi humilde hogar, con los brazos en cima del otro disfrutando de este emocionante reencuentro.

-- Sí, es verdad vamos a dentro, mi pequeña Lilia...

Fluggel: Nacida del polvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora