Extracto 3

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90 años atrás
Dos días después

-- Ely -- dijo Sahra tocando la puerta de su habitación -- ¿Estas allí?

Dijo abriendo la puerta y viendo a Elizabeth sentada en su cama, leyendo un libro.

-- Ely, quiero decirte algo -- dijo cerrando la puerta detrás de ella.

-- Ya lo sé -- respondió Elizabeth.

-- ¿Lo... sabes?

-- Sí, ya sé que estas maldita, y que no podrás volver a usar tu magia salvaje.

-- ¿Qué? ¿Cómo es que te enteraste?

-- Te escuché, mientras hablabas con Mahonry.

Sahra la miró con lástima, y se dio cuenta de lo que pasaba cuando uno no cuida sus palabras.

-- Ely yo... quería decírtelo, pero me dio miedo y... Por favor perdóname -- le dijo mientras se sentaba a su lado.

-- Yo te quiero Sahra, y si hay algo que pueda hacer para ayudarte sólo dímelo y lo haré

-- Gracias por preocuparte por mí, enserio, pero lo siento, no hay nada que pueda quitar mi maldición.

-- Debe haber algo, no sé algo que pueda quitarla.

-- Lo siento, no hay nada, por lo menos nada que yo conozca, lo siento -- dijo mientras la abrazaba -- Perdóname, enserio perdóname, pero no hay nada que puedas hacer por mí, además no es tan mala esta maldición, solo no debo ir a ese bosque y no usar mi magia salvaje, es algo sencillo, así que de ahora en adelante estaré más tiempo por aquí ¿Sí?

-- Vale, lamentó haber dicho eso, y tranquila, yo te perdono.

-- Bien, así que mueve esas piernas y vayamos a Alfheim a hacer cosas divertidas ¿Te parece? -- dijo Sahra con una muy bella sonrisa en su rostro sólo para animar a su prima.

-- Bien -- le respondió Elizabeth igualando de la misma forma una sonrisa.

Ese día ellas fueron a Alfheim, y se divirtieron y comieron bastante, fue un día tan feliz que Elizabeth jamás olvidaría, pero, aun así, ella solo pensaba en sí de alguna forma existía algo que pudiera ayudar a Sahra.

Así que después de ese día, Elizabeth empezó a buscar por casi un mes por toda la biblioteca algún libro que le pudiera servir y que le dijera si había algún lugar que pudiera servir para quitar una maldición como la que tenía Sahra, y así se fue el mes, un mes bello y lleno de recuerdos hermosos sobre Sahra.

El problema fue cuando llegó el siguiente mes, sí, aquel mes en el que Sahra se fue para siempre.

Elizabeth había leído en un libro que decía que cerca de aquella biblioteca, como a tres horas a pie, había un manantial con un agua capaz de quitar maldiciones, aunque resguardada por una bestia conocida como Wendigo.

-- Tengo que ir allí -- pensó al leerlo.

Y así Elizabeth decidió que partiría hacia allí aquella noche, así que cuando llegó el momento, Elizabeth se sentía preparada, el problema era evitar él ser que resguardaba el campo, sí, el jardinero Sam.

Esa noche estaba algo oscura, pero para Elizabeth fue fácil ver, y moviéndose entre el pasto y los árboles del bosque, miraba a todos lados para evitar ser vista por Sam, pero.

-- Señorita Elizabeth ¿Qué hace por aquí a esta hora?

Elizabeth, viendo como el espantapájaros había aparecido de la nada y muy silenciosamente detrás de ella, se asustó y volteó a mirarlo asustada de que él le negará el poder ir.

Fluggel: Nacida del polvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora