Arco 6 Capítulo 40

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La lluvia caía en la ciudad de Urok, la niebla ya se había disipado y la oscuridad empezaba a tomar parte en la ciudad lo que indicaba que la noche estaba cerca, y Jurguen seguía luchando con aquella Lamia.

-- ¡Vamos sal de donde estés maldito enano! -- decía la Lamia.

Jurguen era un general de los ejércitos, por ende al haber estudiado en la biblioteca pudo saber que él, al ser un enano, no tenía oportunidad con seres como elfos o lamias, pero aún así entrenó hasta llegar a ser quien era, y es por esa razón que Jurguen en ese mismo instante estaba oculto en una de las casas que parecía que pertenecía a un gigante.

-- ¡Vamos, sal! ¿Acaso no te enseñaron que ocultarse no resolverá nada?? -- decía aquella Lamia.

Jurguen al haber estudiado cosas referentes a las batallas y el combate sabía que lo que aquella Lamia decía era incorrecto.

Y es que Jurguen no sólo se había ocultado para escapar y prevenir ser masacrado, sino que estaba preparando una trampa, en la cual si lo lograba lograría vencer a la Lamia.

-- ¡Ya sal de donde estés maldito enano, o destruiré esta casa hasta que no quede nada!

-- ¡Lo siento pero no lo haré! -- grito Jurguen desde donde estaba quien ya parecía que había terminado de poner la trampa.

La Lamia al escucharlo comenzó a andar por la zona para ver si lo veía y así poder acabar con él.

-- De acuerdo, si eso es lo que quieres no vengas a quejarte después -- decía la Lamia mientras andaba con cuidado.

La Lamia llegó hasta una pared, en donde creyó escuchar la voz de Jurguen, pero al llegar allí no vio a nadie, lo único que había era un mecanismo que funcionaba como megáfono, lo que quería decir que Jurguen no estaba en ese lugar, sino que había logrado engañarla y su plan había logrado llegar a la primera fase.

-- Bien, si funciono -- dijo saltando hasta atrás de ella -- Lo siento querida, pero sólo uno de nosotros podrá ver la luz de la luna está noche, y seré yo quien la vea.

En ese momento Jurguen cortó un pequeño cable que el siempre llevaba, y...

-- ¿Qué? -- dijo la Lamia, pero no por la sorpresa, sino no más bien por la trampa más tonta que había visto.

Un gran armario fue soltado, cayendo directo hacia la Lamia, quien quiso hacer un escudo para defenderse, pero...

-- Lo siento pero no lo harás -- dijo Jurguen cuando el armario se abrió y de allí cayó lo que parecía ser una botella de ácido, la cual cayó justo encima de la Lamia quemándole la cara.

-- ¡AH! -- gritaba por el dolor -- Pero que...

-- Llegó tu fin, Lamia -- dijo Jurguen alzando la espada, y bajándola rápidamente.

El problema fue que la Lamia logró esquivarlo con rapidez, pero perdiendo así una parte de su cola.

-- ¡AH! ¡Maldito! -- gritaba la Lamia -- ¡Te llevaré a la tumba!

Cuando se lanzó justo hacia Jurguen quien empezó a correr para evitarla, el plan fue bueno, pero no logró el objetivo que tenía.

-- Mierda -- decía Jurguen quien seguía corriendo hasta que...

La Lamia cayó al suelo, atravesada por una puntilla de cristal en toda la cabeza.

-- ¿Pero qué? -- dijo Jurguen viendo lo que pasó.

-- ¡Jurguen! -- escuchó una voz que ya conocía -- ¡Jurguen!

-- ¿Tsuu?? ¡Ah! Ya la tenía, era completamente mía.

Fluggel: Nacida del polvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora