En un lugar donde la muerte es pan de cada día ¿podría existir algo más duradero? En esta historia como en muchas otras se empieza con eventos inesperados, con pérdidas y llanto, pero existe una tenue luz de esperanza, donde es posible tener un fina...
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El tiempo pasaba rápido, las vías del tren estaban finalizadas, nuevo equipo se había diseñado y los nuevos aires traían el rumor de una nueva misión que los haría salir de la isla por primera vez. Todos estaban realmente ocupados en esos tiempos, trabajar con los aliados era realmente gratificante, se habían entablado nuevas amistades, aprendido muchas cosas nuevas y el avance era notable.
Pietro estaba de viaje frecuentemente por su nuevo puesto, últimamente debía ir a Orvud, éstos viajes hicieron que él y Cristine pasaran de tener una amistad a algo con tintes de algo más. El equipo de Hange estaba muy avanzado en tácticas y manejaban a la perfección tanto el nuevo armamento cómo el nuevo equipo de maniobras.
Luego de los eventos en la ciudad subterránea y debido a que Pietro no estaba para acompañarla, Aru y Levi solían encontrarse juntos, tanto el uno como el otro buscaban su compañía, ella se sentía sola sin Pietro y él sabía que aunque su amigo no había muerto, la soledad que se siente cuando un amigo de muchos años no está a tu lado suele ser difícil de sobrellevar, además después de todo, la compañía de esa fastidiosa mujer no era tan desagradable y solían tener conversaciones amenas.
Hange había notado que ambos se llevaban mejor, así que como excusa de que se debía reacomodar el espacio, los trasladó a un recinto grande que tenía dos mesas de trabajo amplias, sillones y una pequeña mesa para tomar té. En esta estancia podían atender a otras personas, pero estaban juntos para poder hablar si querían, así que mientras él talvez trabajaba en los pormenores de la nueva misión ella podría estar revisando los resultados de los soldados usando los nuevos equipos.
Un día ya en la tarde Levi entró con una bandeja donde traía agua caliente y dos tazas de té
— Oye, enana, deja de holgazanear, traje algo
—¡Mierda!Disfrutas decirle enana a alguien verdad maldito arrogante
Él sabía que al igual que a él le molestaba que le dijeran enana, así que cuando se encontraban solos siempre la trataba así solo para hacerla enojar
—Cállate, traje té de Yarckel
—Siiiiiiii, traeré galletas, ¡y no me calles! — respondió Aru alegre
— También traje galletas
— Siempre un paso adelante, como buen capitán
— Ya, ya, siéntate, ¿por qué te gusta tanto este té?
— Me trae buenos recuerdos... Oye, ¿Qué tipo de mujer te gusta? — pregunta ella de repente
—Mierda Aru, ya vas a empezar, déjame tomar el té en paz, siempre se te ocurren las peores preguntas
— ¡¡¡Estoy aburrida, no seas así!!! — chilla haciendo que Levi suspire
