En un lugar donde la muerte es pan de cada día ¿podría existir algo más duradero? En esta historia como en muchas otras se empieza con eventos inesperados, con pérdidas y llanto, pero existe una tenue luz de esperanza, donde es posible tener un fina...
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Semanas después, en el desayuno con Pixis surgió una conversación interesante
— ¿Crees que debamos hacer alguna fiesta antes de la misión fuera de la isla? — pregunta Aru
— Sería interesante, aunque es un poco pronto
— Bueno... además, en quince días cumples años y es viernes — anima ella sonriéndole esperando una respuesta
— Pensé que ya había dejado de cumplirlos
— Jajaja podríamos hacer una fiesta para celebrarlo, y a la vez agradecer a todos por los esfuerzos de éstos últimos meses
— ¿Dónde la harías y a quienes invitaríamos?
— No sé, podría ser en la taberna de Stohess, deberíamos invitar a tus amigos, a los chicos de Orvud, a todos los soldados de la misión, los voluntarios, podríamos hacer una gran fiesta, reservaría la taberna solo para nosotros
—Mmm me parece bien, háblalo con los demás a ver que piensan
— ¡Listo! — asintió ella como aceptando una misión importante
El mismo día Aru empezó a planear todo, en cuestión de días estaban todos informados y la reservación de la taberna ya estaba lista, únicamente faltaba Levi que había sido bastante difícil de localizar. Ese día mientras ella se dirigía al baño se topó a Levi saliendo de ahí
— ¡Levi! — chilla ella al por fin volver a verlo
— Ah, hola...
— Te he estado buscando, hace semanas no te veo, parece que me estas evitando
— No lo hago... He estado... ocupado — alega un poco nervioso
— No sabes mentir... En fin... Es para hablarte de la fiesta del viernes
— Hange me comentó, pero no sé si pueda ir
— ¡¡Vamos!! Esto si va a ser una fiesta, celebraremos en grande, ¡¡no puedes faltar!!
— No lo sé, creo que estaré ocupado
— Todos vamos a ir, prométeme que irás
— Lo intentaré
Aru le dio un golpecito en el brazo con su puño y continuó sonriendo hacia donde iba, él por su parte se quedó un instante de pie, sentía un vacío en el estómago y pensaba en que escusa podría poner para no ir. Cuando al fin llegó el día se respiraba un aire de alegría y todos estaban deseosos de que llegara la noche para divertirse un poco. Al caer la tarde Aru llamó a todos los hombres del equipo de Hange junto a Nicolo a su oficina.
— ¡Hola chicos! Me alegra verlos
Sobre la mesa del escritorio donde se encontraban había varias cosas, los chicos estaban felices, aunque un poco confusos, así que ella comienza a hablar
