En un lugar donde la muerte es pan de cada día ¿podría existir algo más duradero? En esta historia como en muchas otras se empieza con eventos inesperados, con pérdidas y llanto, pero existe una tenue luz de esperanza, donde es posible tener un fina...
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En la sala se encontraban un doctor y una enfermera, le habían quitado la ropa a Aru y estaban limpiándola, revisaban la seriedad de las heridas, había perdido mucha sangre y su presión bajaba rápidamente.
Dr.: Tenemos que estabilizarla primero
En ese instante se abrieron las puertas de golpe y Pixis junto a Hange entraban a la sala, el soldado que perdió el rastro de Aru había seguido a los chicos y al darse cuenta de lo que había pasado corrió a avisar a Pixis que se encontraba con Hange. Los cuatro se miraron, ellos tres se quedaron en los pies de la cama viendo el trabajo de los demás sin poder hacer más. Por su parte Hange habló con el doctor, sacó un pequeño maletín y mostró una jeringa con una droga que habían traído de Hizuru, haría que su cuerpo reaccionara
L: Espera Hange, ¿no estas experimentando con ella verdad?
H: Es un estimulante, necesitamos que su cuerpo luche un poco más... No lo hemos usado en alguien de Paradis, pero nuestra fisionomía es la misma, no pasará nada malo... Tampoco la convertiré en titán, te lo prometo
L: ¡Tsk!
H: No les voy a mentir, está bastante grave, con esta inyección recuperará la conciencia, por un corto periodo podrán hablar con ella mientras intentamos estabilizarla, no es lo aconsejable mientras trabajamos, pero debido a la situación les permitiremos estar aquí... talvez... deban despedirse
En el interior de los tres algo se rompió, existía la posibilidad de que no volvieran a ver a esa pequeña mujer tan problemática. Unos segundos después de que Hange la inyectó ella dio un gran suspiro y abrió los ojos. Pietro y Pixis se acercaron a la derecha de la cama.
A: ¿Quién murió, porqué tienen esas caras?
Pixis: Hola mi niña, eres muy valiente, no mires hacia abajo
A: Hola comandante... Tengo algo que decirle
Pixis: No me hables en ese tono tan serio... Pero sabes que siempre estoy dispuesto a escucharte
Ella extendió su mano y Pixis se la tomó.
A: Supongo que debo decirlo rápido. Pix... Yo... tengo que agradecerte por todos estos años a mi lado, gracias por ser el padre que necesitaba, espero haber podido ser la hija que merecías, lamento haberte dado tantos problemas
Pixis: Nunca te he dicho cuanto adoro que me llames Pix... Mira yo no pasé tanto en el hospital como tú, pero también me metí en serios problemas cuando era joven, así que no tienes que disculparte por eso. No pude haber pedido unos mejores hijos, así que recupérate pronto que nos debes un almuerzo
A: Pietro, ven... Mi pequeño hermano, siempre te querré y debo agradecerte por todas las veces que me seguiste a ojos cerrados, por ser mi amigo y mi confidente... Gracias, de verdad, te convertiste en un hombre excepcional
