En un lugar donde la muerte es pan de cada día ¿podría existir algo más duradero? En esta historia como en muchas otras se empieza con eventos inesperados, con pérdidas y llanto, pero existe una tenue luz de esperanza, donde es posible tener un fina...
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El tiempo pasó, Aru se recuperó rápidamente y volvió a sus deberes habituales en un par de semanas, no sin antes visitar a Kuro y su nuevo potro el cuál era hermoso. Unas semanas después el barco con el escuadrón de Hange regresó.
Había una pequeña comisión de bienvenida en el muelle, incluida Aru. Cuando bajaron del barco todos traían caras de incertidumbre, se alegraron al ver a Aru de nuevo, pero algo no andaba bien, uno de ellos no había vuelto.
— ¿Dónde está Eren? — preguntó Pixis al verlos desanimados y notar su ausencia
— Decidió poner en marcha el plan de Zeke y nos abandonó — replicó Hange con cierto quebranto en su voz
— ¡Demonios!
Aru se fue discretamente al lado de Mikasa y le tomó la mano, ella no la volteo a ver, pero apretó su mano con fuerza. Los días venideros serian duros, y a partir de ese momento las cartas entre Eren y los de la isla comenzaron.
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Levi se había mantenido alejado de Aru, desde que llegó se quedó en Trost, en las instalaciones que tenía el cuerpo de exploración allá. Después del accidente que ella había sufrido, en su interior algo había cambiado, durante el viaje y con la mente fría pensó mejor las cosas... Sí, se había enamorado de ella, pero una incertidumbre enorme se apoderaba de él.
Dudaba si era lo correcto seguir a su corazón en esas circunstancias, las cosas se estaban poniendo realmente complicadas, estaban al pie de una posible guerra, no podía dedicarle el tiempo que ella merecía, ni siquiera sabía si iba a estar vivo... Y el día que la vio en el hospital antes de partir a la misión, se había dado cuenta que a su lado se sentía sumamente vulnerable, ella podía hacer lo que quisiera con él, ella simplemente derretía ese escudo que había construido en su corazón... eso podría llegar a ser muy peligroso... y lo que era peor, lo que más lo enloquecía era el temor enorme de llegar a necesitarla.
Una tarde Levi recibió una carta, Hange se la llevó y se quedó junto a él esperando a que la abriera, asegurándose más bien de que de verdad la abriera. Era una carta de Aru, una nota simple
"Hola capitán, sé que estos días hemos estado ocupados, en unos meses empieza el invierno y se cuánto odias las nevadas, me preguntaba cómo estás. Acá en Stohess las cosas marchan bien... he pensado mucho en ti últimamente, te extraño, espero puedas responder"
— ¿Y?... ¿Qué dice?... ¿Es de Aru verdad? — indagó la castaña al verlo guardar la carta
— Si...
— Levi...
— ¡Tsk! ¿Qué?
— Te conozco... ¿Pasa algo?
— No lo se
— ¿La quieres?
— Creo que más de lo que debería — argumentó colocando los dedos en su entrecejo como tratando de apaciguar un dolor de cabeza
