En un lugar donde la muerte es pan de cada día ¿podría existir algo más duradero? En esta historia como en muchas otras se empieza con eventos inesperados, con pérdidas y llanto, pero existe una tenue luz de esperanza, donde es posible tener un fina...
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Era pasada la media noche cuando llegaron a un pequeño callejón que estaba cerca del canal del río, cruzaron uno de los puentes y al final, al lado de la muralla había unos cuantos árboles y césped, era una especie de pequeño bosque, pero al fondo de éste, escondida, se encontraba una cabaña con flores en la entrada.
— ¿Vives aquí? — pregunta Levi con curiosidad
— Sí, espera — responde ella parándose seria frente a él
— Dime
— Es una casa humilde, y no puedes decirle a nadie que vivo aquí, los únicos que lo saben son Pietro y el comandante Pixis
— Entendido
Pasaron por un caminito de piedras, había flores blancas a cada lado hasta la entrada de la casa, al entrar a la terraza ella busco las llaves debajo de una maceta y abrió la puerta.
— ¿Guardas la llave de la casa debajo de una maceta?
— Si, no me gusta traer las llaves encima, y a veces Pietro viene entonces las dejo ahí para que pueda entrar
— Eso es muy peligroso — le reprende
— No, porque solo tres personas, ahora cuatro, lo sabemos
— Eres una maldita loca
Entraron a la cabaña mientras ella reía, ésta era pequeña pero acogedora, no tenía divisiones, únicamente el baño contaba con su aposento aparte, la cama se encontraba a un costado junto a una ventana grande, la cocina al frente y a un costado una pequeña mesa que servía de escritorio.
— Creo que deberíamos cambiarnos de ropa, voy a buscar algo que puedas usar
Levi no se había percatado de que estaban empapados, ella le tiró un paño para que se secara el cabello mientras ella desaparecía detrás de un biombo que tapaba la entrada al baño, él aprovecho para pasar un dedo por el mueble que tenía al lado, efectivamente no había polvo, algo que lo tranquilizó bastante. Cuando Aru salió se estaba secando el cabello, se había puesto un pantalón negro de franela y una blusa de tirantes de algodón blanca y traía ropa en sus manos
A: Toma, acá atrás está el baño, puedes bañarte y cambiarte, es el pijama de Pietro, está limpio, hace mucho no usa esta ropa, no creo que se enoje si te la presto
— Gracias...
— En los estantes hay paños limpios, puedes agarrar cualquiera, prepararé algo caliente
Levi tomó la ropa un poco dudoso y entro al baño. Aru comenzó a calentar agua para preparar té, beber más alcohol no le pareció tan buena idea, ya el licor estaba haciendo de las suyas y empezaba un leve dolor de cabeza. Buscó unas galletas y penecillos que tenía guardados y los colocó sobre un plato – Diablos, solo tengo una silla – pensó, así que se dispuso a quitar los papeles sobre la mesa y guardarlos en la mesa de noche, jaló la mesa hasta los pies de la cama y colocó las galletas y la tetera sobre ella. Para ese entonces se dio cuenta de que Levi había tardado más de lo normal en el baño así que tocó la puerta y preguntó
