Capítulo 28: Jayden

14.2K 1.3K 911
                                    

—¿Estás bien? —me saco mi chaqueta de cuero antes de sentarme en su cama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Estás bien? —me saco mi chaqueta de cuero antes de sentarme en su cama. Asiento y me encojo de hombros—. Pensé que estabas enojado conmigo.

—Creí que era necesario dejarte claro que no iba a permitir que siguieras comportándote mal con Sabine —hablo sin dirigirle la mirada—. Pero bueno, no quiero hablar de nada que tenga que ver con ella.

—¿Pasó algo? —Lizbeth se sienta a mi lado. Bufa cuando niego con la cabeza—. La última vez que hablamos me di cuenta de que aprecias mucho a esa chica, así que si ahora me dices que no quieres hablar de ella es porque claramente algo pasó.

—No pasó nada —giro los ojos, exasperado—. De hecho, desde hoy somos cuñados.

—¿Cómo?

—Mi hermano le pidió que fuera su novia en la fiesta a la que fuimos —le cuento. Hace una arcada y yo río levemente—. Lo sé, la verdad no fue nada romántico. Yo jamás le pediría a una chica que sea mi novia frente a tantas personas.

—Tú sabes que no me cae bien, pero la compadezco. Debió haberse sentido muy presionada.

—No lo creo, porque está enamorada de Marlon hace años —me tiro hacia atrás y extiendo ambos brazos sobre mi cabeza. Miro hacia el techo y suspiro—. Por fin pasó lo que había soñado por tanto tiempo. Debe estar más que feliz.

—¿Cómo que "debe"? —pregunta confundida—. ¿No sabes si tu amiga está feliz?

—No, me fui pocos minutos después porque estaba muy cansado, así que no sé si está feliz o no, pero lo más probable es que sí.

—Jayden... —miro a Liz y la veo enarcar una de sus cejas. Frunzo el ceño sin entender el porqué de su expresión—. Yo sé que te gusta Sabine. Por eso mismo es que nunca me cayó bien, porque sentía que tú ibas a querer tener una relación seria con ella, lo que claramente iba a hacer que nosotros termináramos con nuestro jueguito.

—No me gusta —pongo los ojos en blanco—. No seas boba.

—¿No? ¿Seguro?

—Segurísimo —miento.

Me apoyo con en la cama con los codos cuando veo que se pone de pie.

—¿Te quedarás a dormir? Mis padres no llegarán hoy.

—No puedo. Me matarían si no llego a casa —me levanto y me pongo de pie frente a ella. Trago con dureza cuando pone su mano sobre mi torso—. Pero podría quedarme un rato más si quieres.

—Por supuesto que quiero —se acerca a mi cuello y murmura antes de dejar besos húmedos en él. Cierro mis ojos cuando recuerdo el momento en el que Sabine me besó—. ¿Por qué no me quitas la camiseta? Me está dando calor —pregunta y yo asiento sin abrir los ojos. Busco con mis manos la orilla de su gran camiseta, la única prenda visible que traía puesta y se la saco cuidadosamente.

Atrapada en el Encanto KingwellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora