Capítulo Once.

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1 de agosto, 2014.

Jugar a ser enfermera con Jay no es divertido, cuando se enferma se vuelve un abuelo y no acepta bromas, sigue siendo un amor, pero arruina mis bromas.

Terminé de servir el café en mi taza y me senté en la silla de la cafetería. Tengo un rato libre, a uno de los profesores se le ocurrió que no vendría hoy. Le di un sorbo a mi delicioso vicio y saqué mi cuaderno de bocetos junto con mis lápices de dibujo. Debo hacer una idea principal para adornar las páginas del libro de misterio. ¡Les encanté!

Mi mano dirigía el lápiz sobre la delicada y pálida hoja, quiero algo que te intrigue tanto como el libro, algo que al igual que la trama, entiendas hasta que terminas el libro, algo que te incite averiguar que sucede en el desenlace. Un dibujo en tonos sombríos me parecía la mejor idea y eso era lo que intentaba dibujar.

¡Hola!

La estúpida voz en mi mente me desconcentró provocando que mi lápiz cayera de mi mano y que quedara una línea horrorosa en mi boceto. Di un bufido y me incliné para tomar el lápiz.

¿Por qué no desapareces?

Sigo pensando que esto es bastante raro, por lo que no se lo he dicho a nadie.

Beth anda de malas.

No contesté. Comencé a borrar el trazo imperfecto que me había hecho cometer.

Vamos linda, no te molestes.

Respiré más fuerte de lo normal. Guardé mi cuaderno y los lápices, con este idiota en mi mente no podré hacer nada.

Dos cosas: la primera, no me digas linda, no tienes ningún derecho para llamarme así y segundo, me hiciste arruinar un boceto que debo entregar mañana a mi trabajo.

Le di otro sorbo a mi café, crucé la tira de mi bolso por mi torso dejándolo caer a un costado, tomé el café y salí a uno de los jardines del campus. Necesito un cigarro.

Vale, no sabía que tenías restricciones, si fueras más abierta y contaras más cosas, quizás lo hubiera sabido, Elizabeth.

Le di una calada a mi cigarro.

No tengo razones para contarte mi información personal, ni siquiera te conozco.

Vi a Scar acercarse con una sonrisa en sus labios y la misma energía de siempre, ese positivismo que la hace ser reconocible a kilómetros.

No eres la única que quiere averiguar por qué nos podemos comunicar de esta manera, te aseguro que cuando lo sepa no sabrás nada más de mí.

Scar llegó a mi lado y tomó un sorbo de mi café, ganándose una de mis caras de pocos amigos.

- ¡Hoy es mi cita! - chilló dejándome un fuerte dolor de cabeza. Le sonreí, aunque no dije nada. - Ya sabía que sí te molesta.

- Te he dicho un millón de veces que no me molesta. - contesté de mala gana.

- Lo siento, yo creí... - la interrumpí.

- Exacto, creíste... No todo lo que crees es verdad. - le di la última calada al cigarro y lo tiré al suelo para luego pisarlo y apagarlo. Mi mirada estaba perdida en algún punto entre la nada y el todo.

- Lo siento... - susurró. Respiré hondo.

- Mike es uno de mis mejores amigos, lo conozco hace mucho tiempo, al igual que a Joshua. Hemos hecho muchas estupideces juntos, tenemos millones de recuerdos y anécdotas. Ha estado para mí todos los días a cualquier hora. - jugué con el dobladillo de la manga de mi blusa. - No me molesta que salga con alguien, tiene mucho tiempo de estar solo y necesita alguien que no lo quiera por su dinero.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora