Capítulo Treinta y seis.

363 33 129
                                    


28 de noviembre, 2014.


"Paso por ti en diez minutos."


Tomé el abrigo y salí de mi habitación. Pasé al frente de la de Hannah. Empujé un poco la puerta, ella estaba leyendo, entré con cuidado y me senté en el borde de la cama.


– ¿Vas a salir? – preguntó desviando su mirada del libro hacia mí. Asentí. – Me saludas a Alex. – me dio una mirada pícara, reí por lo bajo negando con mi cabeza.


Escuché la bocina del auto, me levanté y despedí de ella. El moretón en el rostro aún está bastante visible. Caminé hasta la puerta.


– Lauren – la volteé a ver – Usen protección. – dijo antes de comenzar a reír.


Me alegra verla un poco más animada, por lo menos hoy está haciendo bromas. Luego de toda la situación con el idiota, con costos sale de la habitación, no ha querido que nadie la vea, ni salir, no se quiere relacionar con nadie.


– ¡Siempre! – contesté riendo y salí. – Jay, vuelvo más tarde.


No recibí respuesta a cambio, debe estar hablando por teléfono con Hill, siempre se desconecta del mundo.


Subí al auto, volteé a ver a Alex quien sin previo aviso se acercó de golpe uniendo sus labios con los míos en un beso completamente corto. Se alejó y rió por lo bajo.


– Te acabo de robar un beso. – dijo en tono de niño pequeño orgulloso de alguna travesura.


– Tengo una queja... – él frunció el ceño – Fue muy rápido.


Alex rió y se volvió a acercar, pasé mi mano por su mejilla, besando sus labios. La barba hacía cosquillas y picaba, pero en ocasiones hay que hacer sacrificios. Se alejó, poniendo en marcha el auto.


– ¿Qué haremos hoy? – pregunté mirando la carretera.


– Tendremos un maravilloso día con Lucy – dijo riendo, ladeé mi sonrisa. Hace más de un mes que no veo a la pequeña. – Kyle tiene una reunión de trabajo fuera del estado, no puede llevar a la princesa, así que estoy a cargo de ella por el fin de semana. Lamento si no era lo que tenías planeado.


– ¡Rayos! Tendré que dejar la lencería para otro día. – dije seria. – Un fin de semana casto – Sentí su mirada sobre mí y no pude aguantar más la risa. – Era broma. – dije aun riendo.


– No des falsas esperanzas.


– ¿Adónde tenemos que recogerla? – pregunté cambiando el tema.


– Está en la academia de ballet, debemos recogerla ahí, luego ir a la casa de mis padres porque ahí dejo mi hermano las cosas de Lucy y cuando tengamos la maleta de la pequeña, seré todo de ustedes. – comencé a reír dándole una mirada pícara. – tu mente me sorprende en ocasiones, cariño.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora