Capítulo Doce.

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2 de agosto, 2014.

– Amor, levántate. Mi hermana llegará en unas horas. – escuché la voz de mi mejor amigo a lo lejos. Pasé mis brazos alrededor de la almohada y me abracé a ella, negándome a levantarme. Llegué algo tarde anoche. – Ya disfrutaste tu libertad, ahora levántate.

Di un bufido y aparté la sábana de mí. Me senté en el borde de mi cama, miré mi ropa e hice una mueca.

– ¿Tan ebria llegaste? – volteé a ver hacia la puerta.

– No tomé. – contesté poniéndome de pie y abriendo el armario. Saqué un par de pantalones negros ajustados, una camiseta gris desteñida, sin mangas y con la frase Stop Taking Selfies en tonos rosas y blancos, tomé la ropa interior del primer cajón. – Por lo menos no tanto. – Él rio negando con su cabeza.

– Linda ropa interior. – asentí sonriendo. – El que te la regaló tiene buen gusto. – Lo miré tenía su sonrisa divertida en su rostro. Él salió de la habitación dándome espacio para alistarme.

Sinceramente no sé qué esperar de Hannah, después de que nos vinimos a vivir acá la he visto dos o tres veces en estos cuatro años que tenemos aquí. No sé qué tan buena compañía podré ser, es decir, no me considero una buena influencia y no me reconforta ser el ejemplo a seguir de la niña.

Salí de la ducha y me vestí. Decidí ponerme unas vans negras con flores.

– ¿Tú tienes mi camiseta gris? – alcé la mirada.

Jay andaba con unos vaqueros a la cadera, ajustados y algo oscuros. Traía una toalla en las manos con la cual se estaba secando el cabello. Descalzo y sin camisa. Definitivamente, debo ser la envidia de muchas chicas.

Tomé una camisa de mi armario y se la alcancé.

– ¿Esa? – dije riendo. Él asintió y se la colocó. – ¿Por qué te quistaste la barba? – hablé en un puchero, haciendo que mi labio inferior resaltara.

Él tomó mi rostro en sus manos y besó mi cabeza.

– Por la misma razón por la que usaste pantalón. – yo reí.

Susana no es gran amante de los tatuajes, los respeta y sabe que estamos tatuados, pero a como ella nos respeta, también la respetamos. Así que prefiero usar un pantalón y una blusa que cubra la espalda, por lo menos. Los otros tres son pequeños… por lo menos comparados con los de los muslos y el de mi espalda.

– Entiendo lo de los tatuajes, pero realmente trato de darle una explicación razonable a por qué no le gusta que andes con barba. Te ves jodidamente bien. – Él se encogió de hombros.

– En dos días volverás a ver la barba. – me aseguró, antes de salir de nuevo de mi habitación.

Miré mi cama, la chaqueta de cuero negra descansaba ahí. La tomé y olí, aun huele a perfume de hombre y a cigarro. No quedé en nada con el dueño de la chaqueta, por lo que no sé cuándo lo volveré a ver o cuándo le devolveré la chaqueta.

***

Después de acomodar un poco mi habitación y lavar los platos del desayuno, Jay y yo nos sentamos a esperar a que sus padres llegaran.

La espera no fue mucha, apenas nos sentamos el timbre resonó.

Mi mejor amigo se acercó a la puerta y la abrió, del otro lado se encontraban tres personas, sonreí al verlos. Susana rodeó el cuello de Jay y besó su mejilla junto con un Estás muy guapo. Joshua abrazó a JJ en uno de esos abrazos masculinos con palmadas en la espalda, yo reí.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora