Capítulo Veintisiete.

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25 de octubre, 2014.

Tomé mi café y me dirigí a una de las mesas, seguida por el castaño. Nos sentamos en una con vista hacia afuera. Le di un sorbo a mi café.

- Dime que por lo menos ganaste la pelea - dijo viendo mi mano vendada. Negué con mi cabeza. - La pequeña Eli siempre ganaba. - dijo ladeando la sonrisa.

- Cierto, como la vez en que te ganó en aquel parque. - dije riendo.

- Te dejé ganar.

- Oh claro... Como todo un caballero. - él asintió con una sonrisa en sus labios.

Guie mi vista hacia la carretera, los autos pasaban, al igual que las personas. Muchos rostros. Volteé a verlo, mi ceño se frunció al ver la marca en su hombro.

Apresuré mi paso. Mis pies se movían hábilmente uno delante del otro, evitando tropezarme y caer. Una caída en este momento no sería muy funcional. Volteé a ver a mi derecha, el chico castaño corría a mi paso, es mucho más rápido, pero no me dejará atrás.

- Vamos pequeña Eli. Corre. - quería golpearlo y decirle "no ves que es lo que estoy haciendo." Nathan llevaba el bolso en su mano.

- ¡Pequeños rufianes! - escuchamos la voz de la señora. No pude evitar reír.

Se comenzó a escuchar algunos otros pasos sobre la acera.

- Bien, Eli. Tenemos compañía. - dijo ladeando su sonrisa. Volteé a ver, dos policías nos seguían. Las personas se apartaban del camino, abriéndonos el paso.

- ¡Deténganse los dos! - Nathan comenzó a correr más veloz. Di un bufido y tome fuerzas, siguiéndole el paso al castaño.

Lo siguiente fue un estruendo y un jadeo de Nathan. Abrí mis ojos asustada. Él soltó el bolso y llevó su mano derecha a su hombro izquierdo. Aunque en ningún momento dejó de correr.

- No Elizabeth, no lo tomes. Solo corre. - dejé el bolso en el suelo y lo seguí. Doblamos en la siguiente esquina.

Un callejón sin salida. Pateé una lata. Miré a Nathan, seguía con su mano sobre el hombro, haciendo presión.

Escuché un psss, volteé buscando al dueño del sonido. Sentí que me tomaron el tobillo, fruncí el ceño y al bajar la vista, literalmente había una mano tomando mi tobillo. Evité gritar.

- Maldito. - dije asustada.

- Entren.

Miré desconfiada la entrada, era algo angosta y no sabía que tan espacioso era adentro, pero escuchar de nuevo los pasos me hicieron entrar más rápido. Después de mí pasó Nathan, dando un quejido de dolor.

- ¿Qué... - la mano de Andrew estaba sobre mi boca. Las pisadas se acercaron.

- Olvídalo. Por lo menos recuperamos el bolso.

Los pasos se alejaron, Andrew quitó su mano de mi boca y volvió su vista a la salida.

- ¿Estás bien, pequeño ángel? - asentí. Aun mi respiración estaba agitada.

- A Nat le dispararon en el brazo, por eso no pudimos traer el bolso. - La poca luz se filtraba por la entrada, Andrew miró el brazo de Nathan.

- Debemos volver a casa, hay que curarte. Por lo menos solo te quemó.

Cerré mis ojos con fuerza, mi cabeza comenzó a doler. Sentí una mano en mi mejilla.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora