Capítulo Cincuenta y nueve.

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5 de abril, 2015.

- Espera - Levanté la mirada para dirigirla a la rubia que estaba sentada en una de las sillas del desayunador de la suite. Michael volvió a exagerar con eso de reservar los boletos y la habitación, no me extrañaría si en lugar de un taxi tengo una limosina esperándome afuera. - ¿Entonces no hay reunión en la editorial?

Di un suspiro cansado.

Mike convenció a Molly de que viajaríamos por la empresa, por lo que ella aceptó inmediatamente.

- Sí, debemos ir mañana. - ella asintió.

- ¿Por qué venimos cuatro días entonces?

Me senté a un lado de ella. Estoy en un debate sobre decirle la verdad o simplemente inventarme una excusa.

- Yo debo encontrarme con una persona hoy, tú tienes el día libre por si quieres ir a conocer la ciudad.

Ella enarcó una ceja.

- Viví aquí toda mi vida. - Contestó divertida - ¿No te puedo acompañar?

Negué inmediatamente. Mi teléfono sonó en ese momento, me disculpé con ella y tomé la llamada.

- ¿Pequeña Eli? - reconocí la voz de Nick. - Si quieres comenzar la operación ya, el ave está en el nido.

No pude evitar reír.

- Deja de ver las películas de espías.

Escuché un ruido del otro lado de la línea, seguido por una conversación corta entre los castaños para terminar con la voz de Nathan en mi oído.

- Ignora a este imbécil. Darla se encuentra en su casa, al parecer tiene la guardia nocturna por si quieres ir.

- Voy saliendo para allá en este momento, envíame la dirección por mensaje.

- Cuídate, ¿sí? Si ves algo extraño te vas, ¿lo entiendes, Lauren? No quiero que entres a ninguna parte donde sea peligroso. Si lo haces te juro que volaré a asesinarte yo.

- Vale, lo prometo. - dije riendo.

- No prometas cosas que no harás. - Escuché su voz agobiada - solo cuídate y regresa viva.

Colgué la llamada, guardé el celular en la bolsa trasera de mi pantalón, tomé las llaves del auto que Mike rentó y volteé a ver a Molly.

- Vuelvo pronto, salimos en la noche. - le di un guiño y salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí.

***

Estacioné el auto enfrente a la casa, tomé aire y lo expulsé pesadamente, estoy a punto de cometer una locura y para alguien como yo el margen de locura está bastante elevado.

Saqué la llave del contacto y bajé del auto. Miré de nuevo la casa, comencé a pensar en qué tan buena idea era eso, pero ya estoy acá.

Crucé la carretera y me acerqué a la puerta principal, toqué dos veces y di un paso hacia atrás. Creo que una parte de mí gritaba que saliera corriendo, aunque la otra me animaba a quedarme y averiguar lo que tanto me ha atormentado por estos años.

La misma señora que nos había atendido hace unas semanas a Nathan y a mí, abrió la puerta. Me dio una sonrisa, aunque inspeccionó todo mi atuendo.

- ¡Meredith! - Exclamó efusiva - ¡Ustedes son mágicos, no hay plagas desde que revisaron la casa! - intenté no reír, asentí dándole una sonrisa. - Aunque... ¿Qué haces acá? ¿Y el chico que venía contigo? - preguntó mirando sobre mi hombro.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora