Capítulo Veintiocho.

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27 de octubre, 2014.

La puerta de la oficina se abrió, levanté la vista y ladeé la sonrisa. Tengo un cerro de papeles a mi derecha los cuales tienen que estar firmados y sellados para que vayan a administración. Aparte de eso debo terminar un diseño para esta tarde.

El rubio se acercó a mi escritorio.

- ¿Qué traes? - pregunté mirándolo. Él dejó un sobre amarillo sobre el escritorio.

- Gretel me envió a darte eso, dijo que una mujer llegó esta mañana y lo dejó para ti. - fruncí el ceño. Tomé el sobre y mi piel se erizó. Lo abrí, dentro había una fotografía.

- ¿Sabes quién la vino a dejar? - pregunté con un nudo en mi garganta. Él negó con su cabeza. - ¿No dejó el nombre ni nada parecido?

- No. Le preguntaré a Gretel, quizás ella sepa algo. - asentí. Él dio media vuelta y salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de él.

Tomé la fotografía entre mis manos, mordí mi labio inferior y mis manos comenzaron a temblar. Un sabor a hierro comenzó a invadir mi boca. La imagen de una familia feliz era lo que se encontraba en la fotografía, aunque estaba recortada una parte, sé exactamente cuál es la parte que hace falta para completarla: mi padre.

Era una foto que la hermana de mi madre nos había tomado cuando la fuimos a visitar. Jane trae el cabello suelto, ondulado y negro, sus largas y delicadas manos sostienen a Clarie en su regazo. La pequeña ríe, mostrando sus pocos dientes. Mi hermanita estaba cerca de los dos años. Al lado de mi madre, estoy yo. Llevo un vestido rosa, con muchos vuelos y botas cafés, mi cabello va trenzado de lado y mi mirada esta fija en mi madre.

La imagen se acaba donde debería estar la figura de mi padre, el papel está rasgado, roto... como si lo hubieran cortado con la mano, pero eso no es lo que tiene temblando y aterrorizada. Volteé la fotografía, por detrás venía una nota escrita a mano.

"Siempre te amaré, pequeña."

Me levanté y me dirigí a la salida a paso apresurado, sin importarme si goleaba a alguien o el desastre que dejaba detrás de mí. Sentí mis ojos cristalizarse y un nudo en mi garganta se formó.

- ¿Gretel, quién dejó esto? - la chica me volteó a ver, su frente se frunció, se disculpó con la persona con la que estaba hablando por teléfono.

- Una señora - dijo mirando el sobre en mis manos. - ¿Tiene algo malo? - preguntó preocupada.

Gretel es la recepcionista del edificio de diseño, es una chica bajita, rellenita, de cabello rubio y facciones realmente femeninas. Pocas veces se verá con maquillaje, no lo necesita. Es muy simpática. Tiene la misma edad que yo y trabaja acá hace un par de años.

- Señorita Masson... - negué con mi cabeza.

- ¿Cómo era la señora? - pregunté aturdida.

- No lo sé, estaba atendiendo al ingeniero que venía a revisar los equipos. La vi de reojo, traía un vestido suelto, floreado y sandalias. No pude verle el rostro. - asentí. Salí del edificio.

Entré a Administración, pasé ignorando a todo aquel que se me pusiera al frente, llevaba tanta prisa que evité el elevador, espero que mis piernas no me fallen. Subí por las escaleras los siete pisos, la verdad mis piernas ardían, quemaban y sentía que caería en cualquier segundo, pero mi precisa no me dejaba descansar.

- Señorita Masson, que sorpresa verla en este edificio. - saludó George, el señor de limpieza. Le di una sonrisa ladeada, mas no me detuve.

Toqué la puerta y esperé a que me contestaran. Luego de dos toques más escuché el "pase". Abrí la puerta, cerrándola detrás de mí.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora