Capítulo Seis

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Tras ayudar a mi mejor amigo a lavar su auto, terminé llena de jabón, JJ se aburrió y dejó caer el balde con el agua enjabonada sobre mí. Me duché y salí del baño con mi ropa interior puesta y una toalla en mi cabello. Abrí las puertas de mi armario de par en par, elegí colocarme una falda tubo, negra, una blusa de manga corta, blanca con el diseño de una calavera rodeada de rosas en medio, unos calcetines grises por el tobillo y unas converse negras.

La puerta de mi habitación se abrió, como de costumbre, no toca la puerta, solo entra. Normalmente no me molesta, pero sigo "enojada" con él por lanzarme el agua, así que le armaré una escena.

- ¿No tienes manos para tocar una maldita puerta? - pregunté sin voltearlo a ver.

- Lo siento... - dijo en un tono bajo. - No creí que te molestara.

- ¿Y qué si no estuviera vestida, si estuviera en ropa interior? - me volví, estaba arregostado al umbral de la puerta, con sus brazos cruzados a la altura del pecho, haciendo que la camisa de manga larga negra que andaba puesta, se amoldara a sus brazos marcados.

- ¿Vas a seguir así de insoportable? Ya me disculpé, solo estaba bromeando. - su tono era neutral. Asentí. -Eras más divertida antes, te has vuelto una abuela. - entrecerré mis ojos. E imité su pose, arregostándome a las puertas cerradas del armario. -Oh, vamos amor. No te molestes. - se acercó lentamente. Enarqué mi ceja izquierda, dándole una mirada fulminante, él rio. - Lo siento, ¿vale? Solo quería bromear un rato. Como cuando éramos niños. - puso sus manos en mis brazos, su mirada dirigida a mis ojos.

Estoy orgullosa de mí. No sé cómo lo logro, pero creo ser inmune a sus encantos, cualquier chica se derretiría frente a él, es simplemente hermoso.

- Vale - contesté al fin, su sonrisa se ensanchó, haciendo que sus ojos se achinaran.

- Ahora que ya me has disculpado... - dejó la frase en el aire. Asentí para que continuara. - No te dejaré salir así. - se alejó un poco para darme una mirada de escáner. Fruncí mi ceño.

- ¿Qué tiene de malo? Me veo bien. - me quejé.

- Exactamente eso. - rodé los ojos. - Vas a salir con el puto pervertido de Michael... - lo interrumpí.

- ¡Dijiste una mala palabra! ¡Dijiste puto! ¡Joshua dijo puto! - empecé a dar saltitos al frente de él, señalándolo con mi dedo índice y acusándolo. ¡Rompió su perfecta conducta!

No es la primera vez que lo escucho decir una mala palabra, pero cada vez que se le escapan, debo hacer un drama y burlarme de él.

- ¿Terminaste? - asentí. - No me señales, señorita. - me regañó. - Y no me cambies de tema, no te dejaré salir con eso y menos si es como Mike. - volvió a cruzar sus brazos, tomando una posición de padre responsable.

- ¿Qué importa qué ande? - pregunté riendo.

- Cámbiate, no saldrás con una falda. - rodé los ojos y abrí las puertas del closet de nuevo. Pude notar la sonrisa de satisfacción de parte de mi amigo.

- ¿Qué quieres que me ponga, la falda de monja o los pantalones con candado? - pregunté sarcástica.

- Los pantalones con candado, y me dejas la llave. - lo volteé a ver, negué con la cabeza riendo. - Ponte esas mezclas extrañas que haces con los shorts y las medias pantis. - lo miré confundida, sí entendía a qué se refería, pero es raro.

- ¿Quieres que me quite la falda y la cambie por unas medias pantis oscuras y un short bastante corto para evitar que el pervertido de Mike haga comentarios? - la ironía rebosaba en mi frase.

En tu mente. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora