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Los ojos de Camille James escanearon a Victoria desde la puerta de la habitación, su presencia resultó ser una completa sorpresa y para ella tenerla ahí era como si pudiera volver a respirar, sin embargo, Camille quería seguir viendo a la Victoria Pieterse de mirada altanera y no a quien se podía dejar ver rota, no porque le molestara, sino porque no sabía cuándo ella estaría lista para dejar caer ese muro y atreverse a contarle que fue lo que sucedió, incluso si todos en esa casa se imaginaban lo peor.
Camille dejó salir el aire retenido para caminar hasta la cama y pasar sus brazos por sobre los de ella, Victoria se tensó unos segundos ante el contacto para luego relajarse y recargar su cabeza en la de ella.
— La cita con ese muggle fue espantosa. —comentó en un intento porque la persona entre sus brazos desviara su atención a otra cosa que no fuera sus pensamientos— Comía con la boca abierta y tenía la risa de una hiena.
— Jamás me escuchas. —reprochó en voz baja, pero sin el usual tono burlón que habría usado, el tono que usaba era uno vacío que intentaba hacer creer que aquel comentario había funcionado, pero la chica James no era una tonta para tragarse esas palabras.
La mano de ella la atrajo más a su cuerpo, Victoria sintió el calor emanando del cuerpo de Camille, sus ojos picaron ante una acción que era tan común recibir, pero se sentía diferente, todo era diferente a cuando Camille quería molestar con muestras de afecto, en realidad Victoria no sabía cuándo estuvo soportando hasta que los brazos de quién sin importar lo que dijeran estaba ahí y por primera vez desde que todo ocurrió se permitió bajar la guardia y aferrarse a la idea de que todo iba a estar bien.
Camille logró escuchar el sollozo ahogado de Victoria, ocultándose un poco mejor entre sus brazos, quien una vez no se veía afectada ante nada se dejaba ver vulnerable, la Hufflepuff podía estar segura de que podía contar las veces que la vio así con una de sus manos, la idea de que los horrores que pasó durante su estadía con su tío crecieron, si no fuera por ella Victoria no habría pasado por todo eso, culpabilidad fue lo que sintió todo este tiempo, pero incluso si no le pedía que no se fuera estaba segura que Victoria haría lo que quisiera.
Y Victoria quería eso, las cosas que hizo iban a quedarse enterradas con las cenizas de la casa de los Harrelson.
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El cielo gris fue lo que vio Victoria al despertar, sentía frío, podía sentir incluso sus manos heladas gracias al clima, su mirada escaneó toda la habitación antes de levantarse y caminar hacia el baño adjunto, el agua caliente recorrió su cuerpo quitando poco a poco el frío que sentía, sus dedos recorrieron la herida que estaba en su brazo, así como la pequeña cicatriz que quedó en su pierna, una que como dijeron anteriormente era casi imposible de notar.
Al salir del baño apreció las gotas cayendo por la ventana y el grito de Camille sobre la ropa que descansaba en el patio, una sonrisa surcó su pálido rostro ante la maldición que soltó al darse cuenta que ya era tarde. Victoria se acercó a la ventana mirando como la lluvia empapó todo, su atención estaba incluso en los niños que salieron corriendo a sus casas para no mojarse, pero luego dejo de verlos al escuchar algo quemándose.
Un pequeño papel cayó sobre su cama, un suspiro de alivio salió de ella al leer el remitente de la carta, con suavidad se dejó caer en el suelo y recargó su cabeza en la cama, su mano tomó el papel y lo quemó no sin antes recordar el lugar al que quería que fuera.
Cuando Camille entró a la habitación solos se encontró con un papel sobre la almohada.
Victoria sintió el frío nuevamente golpear su cuerpo mientras caminaba por las tumbas, era la primera vez que estaba ahí, estaba desolado, nadie se habría acercado a un cementerio con ese clima, un lugar tétrico para un encuentro con la persona que la impulsó a tomar la decisión de irse junto a Ezra Harrelson hace casi más de seis meses.
Nina Thompson, la vidente que Voldemort buscaba le dio las gracias por lo que hizo y a cambió le mostró algo que no esperaba ver jamás, con su varita de regreso creo unas flores frente a las tumbas de sus padres, aun cuando una de ellas estaba vacía, el cuerpo de su padre no pudo ser recuperad, pero su madre podía descansar ahí. Aún después de todo lo que hicieron les dejó unas flores.
— Jamás fueron unos buenos padres. —susurró Victoria— Los odio, de verdad los odio, podrían estar en el mismo infierno y no podría importarme menos. Lo que soy ahora es por su culpa, ni siquiera se merecen tener este lugar para descansar. —su mano se volvió un puño, sus nudillos blancos debido a la fuerza con la que apretó poco a poco volvieron a su estado normal— No los perdonaré, no por ahora, no sé si algún día lo vaya a hacer.
Victoria se levantó del suelo y observó las lápidas una última vez para luego desaparecer, provocando que un pétalo de las flores cayera con suavidad al suelo dónde estuvo una vez.
La calidez de la casa de los James la volvió a recibir, pero ahora no hubo un abrazo, al contrario, Camille lanzó la almohada y libro que estaban cerca impactando directamente en la recién llegada, Victoria se tocó los lugares que los objetos golpearon, pero solo sonrió, Camille odió esa sonrisa, pero no pudo evitar sonreír.
— Bienvenida de nuevo.
— Así no se recibe a invitado. —masculló aun sobando su brazo, Camille le sacó el dedo medio para luego girar su cabeza con indignación, el sillón a un lado de ella se hundió aun así no giró su cabeza, fue tan solo cuando sintió la mano de Victoria rozar con la suya que la movió.
— ¿Qué es eso? —preguntó observando la fotografía en su regazo.
— Mi medio hermano y su madre. —respondió como si fuera lo más obvio, Camille pudo jurar que se olvidó hasta como respirar.
— ¿Cómo...?
— Al parecer era el secreto que mi padre tanto ocultaba, no lo hizo bien cabe recalcar, todo lo que pasó fue por ellos. —susurró para luego levantarse— Puedes quemarla.
— ¿Estás segura? Quiero decir...
— Ya no los culpo, Camille, no tendría sentido, tampoco quiero conocer la mentira que les dijo a ellos, solo... No me importan.
