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Si había algo que Victoria cuidaba demasiado era su orgullo, no existía nadie que pudiera meterse con aquel aspecto, sin embargo, aquella tarde parecía como si el encantamiento patronus se hubiese puesto como propósito el hacerla perder lo que más apreciaba.
Harry Potter dijo que debían usar el recuerdo más feliz, uno que fuera lo suficientemente fuerte, pero Victoria no podía recordar ningún momento feliz, su cabeza se puso en blanco y por ende solo se quedó cruzada de brazos, no era la única que tenía problemas con el hechizo, Potter recalcó que era algo difícil al principio, pero Victoria podía estar casi segura que aquel hechizo sería el más complicado de todos.
Camille a su costado práctico varias veces hasta que de su varita salió una marmota, Victoria no pudo evitar reír ante el rostro de su amiga al ver que pudo conjurar un patronus.
— ¿No pensabas intentarlo? —preguntó Camille luego de que las clases terminarán y todos se fueran a sus respectivas casas.
— No tengo recuerdos felices, Camille.
— No seas tan pesimista, Tori. —regañó— Debes tener algo ahí dentro de esa piedra donde debería estar ubicado tu corazón.
— Eso fue cruel. —dijo en un murmullo antes de reír en voz baja— Debo irme, tengo un pergamino que terminar.
— Te dejare ir, pero intenta al menos buscar un recuerdo, sé que debes tener uno.
— Bien, lo haré.
Camille sonrió y luego de abrazar rápidamente a su amiga se alejó de ahí, excepto que se fue sin la sonrisa que tenía, las palabras de Victoria se quedaron en su cabeza, Victoria prefería no hablar de sus padres o familia en general, era muy difícil hacer que se abriera, Camille siempre la veía seria, como si algo le molestara siempre, una vez le dijo a su madre que sentía como si le hubiesen robado la infancia y muy pronto su adolescencia.
La vida de Victoria no fue como la de ella, por supuesto que no podía decir que todo fue deprimente, Camille sabía que sus padres querían a su hija, pero el amor que ellos le daban era diferente al que ella recibió, su madre siempre estaba contándole historias, dejándola jugar, ensuciarse en el barro que se formaba por la lluvia, Victoria en cambio fue criada de manera estricta, querían que fuera un ejemplo para otros, ella no tuvo juegos o cuentos, no tuvo risas.
Esa también era una de las principales razones por las que Victoria Pieterse y Thomas Roux podían sentirse tan conectados, las infancias de ellos incluso podían asemejarse en varios aspectos.
— ¿Dónde te habías metido? —preguntó Victoria alzando ligeramente la mirada mientras dejaba un espacio para que Malfoy se sentara— No me gusta esperar.
— Tengo cosas que hacer.
— Buscar a Potter no es algo que hacer. —espetó antes de sonreír— ¿Acaso te gusta Potter y por eso lo buscas tanto?
— ¿De qué hablas Pieterse?
— Son como un viejo matrimonio, quieren sacarse la cabeza, pero muy en el fondo se aman.
— Cada vez que abres la boca solo salen estupideces.
— Pero no lo has negado. —dijo con una pequeña risa abandonado sus labios, él puso los ojos en blanco y se levantó— ¿A dónde vas? ¡Vuelve aquí con ese libro Malfoy!
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Victoria observó el libro que logró quitarle a Draco Malfoy luego de que ella se lanzara a su espalda, no fue una pelea como tal, simplemente fueron gritos por parte de ambos; la una exigiendo que soltara el libro y el otro para que se bajara de encima, era una suerte que los entrenamientos de Quidditch lo tuvieran con un buen físico o de lo contrario ambos habrían caído al suelo.
Los dedos de Victoria recorrieron los bordes de la página mientras con la otra sostenía su pluma y escribía en su pergamino, aquella tarde decidió no asistir a la reunión del ED, no se sentía con ganas de que su orgullo se viera afectado porque no podía conjurar un patronus, prefirió usar su tiempo terminando la tarea acumulada siendo quizás aquello una suerte, pues aquella misma tarde Dolores Umbridge descubrió el lugar donde se reunían para practicar.
Todos y cada uno de los que firmaron aquella hoja fueron castigados, pero nadie supo de Victoria, Umbridge jamás descubrió de quién se trataba el nombre cerca del final de la lista, aquel nombre se convirtió en un misterio para la enviada del ministerio e incluso el mismo Harry Potter decidido que se mantuviera de esa manera a pedido de la Gryffindor hermana de Tyler.
Algo que sorprendido a Victoria, pues de todas las personas en ese salón no esperaba que Nina Thompson saliera a favor de que guardara silencio, todos querían ver a la Slytherin recibir el mismo castigo pero ella lo impidió alegando que habría consecuencias si abría la boca y tal como dijo en una de las clases, los castigos de Garrett Thompson y Richard Pieterse podían ser iguales o peores, Nina en el fondo no necesitaba que alguien más reviviera lo que ella pasó pero Victoria solo lo vio como un favor que le debía.
— No soy una cobarde, Thompson. —escupió Victoria mientras acompañaba al menor hacia el gran comedor donde todos estarían recibiendo el castigo, todavía quejándose por ser la única que se salvara de usar las plumas de Umbridge.
— No lo eres, pero a diferencia de mi hermana o mía, tú vas a regresar a casa.
— ¿Así que ahora piensas protegerme? No necesito protección.
— Necesitas alguien que te ayude.
— No, no lo necesito.
— ¿Entonces vas a unirte a Voldemort? —preguntó con una ceja alzada antes de seguir con su camino, desde las vacaciones de navidad Tyler dejo un pensamiento en ella, si bien era cierto que apenas se conocían y hablaban, pero sentía como si debía hacer algo porque su historia le recordó a la de su madre en algún punto.
Victoria era cada cosa de la que su madre huyó, pero Tyler no estaba seguro si ella también estaría dispuesta a huir, su madre le dijo las consecuencias sobre huir sobre todo de familias como los Barker o Pieterse, era condenarse y aun así la mujer dejó que su hijo decidiera que era lo correcto, aquella tarde Tyler Thompson escuchó las mismas palabras de su madre en su hermana siendo ese el último impulso que necesitara para poder hablar definitivamente con la Slytherin.
