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El dolor de perder a alguien era un sentimiento diferente para cada individuo, mientras unos podían llorar por días, otros ni siquiera habrían derramado una lágrima, no porque carecieran de sentimientos o aquellos que se fueron no fueran importantes, simplemente era algo que evitaba que pudieran mostrar lo que sentían incluso si su corazón parecía romperse en pedazos.
Llorar entonces parecía la acción más común cuando la voz de Lord Voldemort parecía haber empatizado con la cantidad de magos que murieron aquella noche, entonces el gran comedor que una vez albergó las risas de sus estudiantes ahora solo tenía cuerpos sin vida y los sollozos de quienes tuvieron que quedarse atrás.
Camille James entró al lugar con el rostro lleno de suciedad y un poco de heridas en cada parte de su cuerpo, nada grave, no podía sentir aún el dolor y ojalá hubiese podido quedarse con ese sentimiento de entumecimiento, sabía lo que le esperaba al entrar por aquella puerta, sabía que iba a ver rostros conocidos en su camino hacia algún punto en busca de un descanso, pero se encontró con algo aún peor que el dolor de su cuerpo.
Sus rodillas cayeron al suelo, el impacto fue el menos importante mientras sus manos buscaban las otras, inmediatamente pudo sentir el contraste entre su piel cálida y las frías manos.
— Tori... —susurró apretando sus manos mientras las llevaba más cerca de su boca— Despierta, esto no es gracioso.
— Camille.
— ¡Victoria despierta! —suplicó alzando más la voz— Por favor... Tori, sobreviví, te dije que lo haría...
— Camille. —una mano se colocó en su hombro, pero ella se apartó— Se fue.
Camille comenzó a negar con la cabeza, suplicando porque Victoria abriera los ojos y dejara salir un insulto por ser tan ruidosa, pero no hubo nada, no importaba cuánto suplicara sus ojos no se abrieron, las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, su cabeza se ocultó en el estómago de Victoria para luego dejar salir un grito.
Todos y cada uno de los que estaban dentro del lugar sintieron un escalofrío al escuchar el grito de dolor que dejó salir mientras se aferraba a las manos frías de Victoria Pieterse, las súplicas se detuvieron para convertirse en negativas, se negaba a aceptar que ella formaba parte de quienes murieron luchando, no importaba si ella estaba ahí sintiendo el nulo latir de su corazón.
Su mano siguió aferrándose a la de ella, no la soltó, no quería hacerlo, incluso si su cabeza le decía que no había nada que pudiera hacerse ella no la soltó porque la otra parte todavía tenía esperanza de que hubiera algo que hacer, no lo había, pero Camille se negaba a aceptar que hace tan poco estuvo con ella, que pudo ver sus ojos con vida, que la escuchó insultar y que la vio sonreír, se negaba a creer que la misma Victoria que le pidió sobrevivir estuviera recostada ahí.
