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El aire frío de aquella tarde se podía sentir incluso tras las capas de ropa que se usaba, por lo general el clima veraniego era algo que se podía sentir, pero en aquella época la calidez de esa estación desapareció tras días oscuros, suaves lluvias y frío, los muggles se veían preocupados por el cambio climático tan atroz que tenía ciertos días, los magos lo sintieron una silenciosa amenaza que poco a poco dejó de quedarse en las sombras.
Victoria Pieterse golpeó con suavidad su pierna mientras veía por la ventana del autobús que tomó junto a su amiga, Camille James le dio la acogida a la Slytherin hasta el regreso a clases, tenerla en constante movimiento era una estrategia para evitar que la atraparan, pero para aquel entonces ella ya confirmó que esa idea no iba a servir de mucho, para ella eso se convirtió en una amenaza, pero estaba preparada, sabía lo que tenía que hacer.
Aquel día en particular todo se sentía diferente, desde que despertó hasta el momento en que salieron del hogar con el propósito de conseguir comida, Camille podía sentir como Victoria se volvía más cuidadosa en cada paso que daban, era algo que ocultó con el hecho de no confiar en todos los muggles que caminaban a su alrededor, hubo algo en aquella oración que a Camille le hacía querer creerla porque lo dijo con la misma mirada con la que decía lo mucho que odiaba ir al callejón Diagon, pero también hubo algo que le gritaba que no creyera en cada de lo que dijera.
— ¿Está todo bien? —preguntó Camille.
— ¿Coquetear con un muggle está bien? —alzó una ceja, pero la sonrisa en el rostro de ella solo le mostraba que se estaba burlando de la escena que hizo en la cafetería.
— ¡Era muy tierno! —exclamó— Además, no es como si lo fuera a ver de nuevo, te recuerdo que estudiamos muy lejos de aquí.
— Pura excusa barata para no decirme que vas a salir con él mañana.
— ¡Victoria! —chilló— ¿Cómo lo supiste?
— Puedo leer los labios.
— Eres insoportable.
— Lo sé, me lo han dicho mucho. —dijo con una sonrisa nostálgica que borró antes de que pudiera ser notada, pero su acompañante lo noto, hubo muchas cosas que Camille notó en aquellas semanas desde que Victoria llegó a su hogar, pero nunca lo habló, sabía perfectamente que era un tema que no era muy agradable de tomar.
El par de adolescentes bajaron del autobús y caminaron por el vecindario hasta llegar al hogar de los James, Victoria entonces lo sintió, sintió aquella sensación que siempre tenía cuando llegaba a casa, una perfecta imagen que solo ocultaba un desastre. El sonido del reloj de pared era lo único que se escuchaba dentro del lugar, Camille no vio nada extraño, pero Victoria si lo hizo y se detuvo en medio del lugar observando a Ezra Harrelson, su tío apuntar con su varita al cuerpo en el suelo mientras que ella con su mano detenía a Camille de que se acerque.
— ¡Victoria! —exclamó con una sonrisa el hombre— Ha pasado mucho tiempo, creciste mucho.
— ¿Qué haces aquí?
— Siempre supe que mi hermana le faltó enseñarte modales.
— Y si me los hubiera enseñado no las usaría contigo.
— Deberías cuidar tu boca, niña. —amenazó mientras se levantaba y caminaba alrededor del cuerpo inmóvil de Kelsey James, la hermana menor de Camille— Es tan fácil matar a alguien.
— No las toques, ellas no tienen nada que ver en esto.
— ¡¿Quién diría que tienes corazón?! —exclamó luego de reír, Victoria apretó su puño— Si vienes conmigo ellas podrán vivir unos días más.
— ¿Y piensas que voy a creerte?
— Tienes mi palabra, sabes que soy un hombre que cumple lo que dice.
— Victoria no...
— Cállate Camille. —musitó mientras daba un paso al frente y alzaba su varita para apuntar a su tío quien sonrió al ver la manera tan confiada con la que se paraba su sobrina— Quítales el hechizo y déjalas irse.
— ¿De verdad estás por condenar tu vida por gente como ellos?
— También estoy dispuesta a matarte si llegas a tocar un solo pelo de ellas. —el hombre volvió a reír y con un movimiento de varita Kelsey se abrazó a Victoria mientras Camille ayudaba a su abuela— Váyanse.
— Tori... —susurró la menor entre sus brazos, pero Victoria solo le dio unos leves golpecitos en la espalda antes de soltarla.
— Váyanse ahora.
— Adiós. —se despidió el hombre mientras movía su mano, el sonido de que por fin habían salido de ahí relajó un poco a Victoria, a pesar de eso la varita en su mano no de movió— Deja de apuntarme, no te haré daño.
— No vengas con esa mierda, serías capaz de matarme si no fuera porque necesitas algo, ¿Qué es lo que quieres?
— Vendrás conmigo, él quiere que estés ahí, sabe que estuviste con Potter y quienes lo están ocultando, debes saber cosas.
— ¿Tan desesperado está que necesita mi ayuda? —se burló, pero el hombre la golpeó en la mejilla— Pensé que no me harías daño.
— Quizás solo un poco, si no vienes simplemente iremos por quienes quedan de los James, te haré ver cómo los mato y luego te mataré a ti.
— Que arcaico.
— No tienes muchas opciones.
— ¿Cuándo las he tenido? —inquirió mientras bajaba la mano que sostenía la varita y se dejaba caer en el sofá detrás de ella cruzando las piernas en el proceso— Iré solo con una condición.
— No estoy para hacer tratos.
— Si voy contigo debes asegurarte que los James pasen desapercibidos de cualquier ataque o lo que sea, si lo haces, les diré todo lo que se, cada cosa que planean, dónde se ocultan, todo. —murmuró sin despegar la vista de los ojos claros se su tío— Su protección por mi información.
— ¿Crees que él aceptará hacer un trato con una niña?
— Bueno, soy la única que ha estado tan cerca de la orden y que sabe dónde está la vidente que tanto nuestro señor busca.
— ¿Sabes dónde está? —preguntó con el interés saliéndose cada uno de sus poros, Victoria sonrió de lado.
— Vas a tener que darles algo para que confíen en ti, no sé con qué intención irán hacía ti, pero ambas sabemos que no va a ser para hablar del clima.
— ¿Qué puedo darles para que crean que estoy de su lado? —cuestionó la rubia alzando una de sus cejas, la de ojos oscuros frente a ella sonrió.
— A mí.
Lo atrapó, logró que Ezra Harrelson estuviera justo dónde ellas querían.
