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Las hojas de los árboles comenzaron a teñirse de un naranja indicando la llegada del otoño, el frío empezaba a sentirse incluso con las capas de ropa que algunos usaban, las calles se llenaron de las hojas que los árboles en los alrededores dejaban caer y los parques terminaron siendo un lugar en el que los niños jugaban juntos a las hojas llenando los rincones con risas.
Un niño de cabellos rubios que tenía su mano extendida esperando que una hoja cayera en sus manos sonrió ante el viento azotar los árboles dejando caer las hojas, a sus cortos ocho años él ya consideraba aquella época como su favorita, no importaba el resto de estaciones él siempre iba a decir que el otoño estaba por sobre las otras.
De entre sus labios salieron unas pequeñas risas al ver en su mano la hoja que tanto intentó conseguir, su rostro entonces se ocultó en una bufanda roja, la misma que fue un regalo para su padre pero que ahora la usaba él desde que tenía memoria, con su mano alzada se dio la vuelta para mostrar su adquisición a su progenitor.
Draco Malfoy sonrió ante la inocencia que cargaba su hijo, el pequeño corrió hacia donde se encontraba para mostrarle más de cerca la pequeña hoja entre sus manos, poniéndose a la altura del menor para apreciar mejor el objeto entre sus manos.
— Es su regalo. —mencionó mientras sonreía— A ella le gustaba el otoño, ¿cierto?
— Si, le gustaba.
— Entonces le gustará esto. —aseguró, las manos un poco frías de su padre acomodaron mejor la bufanda quedándose un poco más de lo debido sujetando la tela entre sus dedos.
Recordaba la expresión de burla cuando abrió la caja de regalo y vio una bufanda roja, parecida a los colores que la casa de Gryffindor usaría, en su cuello aquella vez ella llevaba una bufanda verde uno que era completamente diferente al de Slytherin, él se quedó mirando la prenda con cierto desagrado ante el color, pero ella tomó la prenda de entre sus manos mientras la colocaba en su cuello mencionando que esos eran los principales colores para navidad.
Sus ojos en aquel entonces se veían felices, incluso cuando todo a su alrededor se desmoronaba, ella se veía feliz.
— ¿Vamos? —preguntó a la vez que bajaba sus manos de la bufanda y solo extendía una para que el menor la tome.
El pequeño asintió y tomó de sus manos para emprender camino hasta el cementerio cercano, había muy pocas personas en lugar, muchos de ellos llevaban unas flores coloridas, pero Scorpius Malfoy sabía que las flores en la tumba de a quien irían a visitar eran las más bonitas de todo el lugar.
Bajo un árbol se encontraba una lápida de color negro, las letras en ella seguían igual de intactas que cuando la colocaron.
— ¡Hola Tori! —saludó el niño poniéndose de rodillas frente a la lápida mientras alzaba la hojita entre sus dedos— Te traje un regalo.
