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Después de tanto tiempo juntos,Thomas Roux se acostumbró a ver la mirada seria con la que Victoria Pieterse caminaba entre los pasillos de Hogwarts, era un semblante que siempre mantenía a no ser que fuera cambiado por uno de molestia o burla. Sus padres la criaron para mostrar poder con solo caminar, aprendió muy bien, nadie discutía el miedo irracional que sentía el cruzarse en su camino, excepto claro, Draco Malfoy.
El par de rubios parecían no soportar la presencia del otro cuando entraron a primero, ambos decían odiarse a muerte, incluso Victoria podía asegurar que la odiaba más que a Harry Potter, algo excesivo con lo que también le gustaba bromear para sacar de sus casillas al otro, era un extraño pique que había entre ambos, Victoria en cambio no podía comparar o decir que era odio, sin embargo, era el único que la sacaba de sus casillas y se atrevía a enfrentarla.
Draco Malfoy era el único ser poco inteligente que se atrevía a querer enfrentar a Victoria Pieterse.
— Mira Thomas, es mi hurón favorito. —dijo con burla tomando asiento frente a Malfoy.
— ¿Por fin vas a admitir que te agrado? No creí llegar a este momento.
— ¿Agradarme? ¿Tú? —cuestionó antes de reír— Potter me agrada más que tú.
— Tus amistades han caído muy bajo.
— Por favor, Malfoy, ¿Quién no quisiera ser amigo del niño que vivió? Es como un honor, pero como ibas a saberlo tú, había olvidado que te rechazó y por un Weasley.
Thomas desvió la mirada para evitar reír ante el rostro de Malfoy, quién solo optó por levantarse molesto de la banca y alejarse de su compañera de casa. Victoria en cambio movió su mano como despedida para luego agarrar un pedazo de comida y llevárselo a la boca.
— ¿Cómo está Camille? —preguntó Thomas atrayendo la atención que Victoria le estaba poniendo a la comida.
— Pensé que no te agradaba.
— Sabes lo que pienso de su familia, pero eso no quita que sienta curiosidad. —comentó. Victoria iba a abrir la boca hasta que recordó a los padres de Thomas, unos fieles seguidores de Lord Voldemort, su mirada se enfocó en su amigo y lo escudriñó con la mirada, quería ver algún indicio de algo, no porque desconfiara de él, sino porque recordó los métodos que algunos mortífagos tenían para saber las cosas, solo quería asegurarse de que una de las pocas personas que la soportaba estuviera bien.
La mirada de ambos se mantuvo fija por varios segundos hasta que ella lo rompió para volver a concentrarse en la comida frente a ella.
— No lo sé, su hermana no me lo dijo. —mintió y Thomas lo supo, mas no dijo nada— ¿Tú padre te habló de que Umbridge iba a entrar?
— Mencionó al ministerio, jamás a ella.
— Es curioso, Potter dice que Voldemort volvió y el ministerio quiere meter sus narices aquí.
— ¿A qué quieres llegar?
— A que todos los seguidores de Voldemort son unos estúpidos e indiscretos. —musitó.
— ¿Qué te hace creer que hay gente metida en el ministerio que son mortífagos? —Victoria comenzó a reír mientras se acercaba al rostro de su amigo.
— Porque tu padre y mi padre están ahí. —respondió antes de levantarse y caminar fuera del gran comedor.
Cualquiera con dos dedos de frente sabría que había más de un mortífago infiltrado en el ministerio, Victoria lo notó antes de entrar a Hogwarts y lo confirmó el año pasado, pero claro, en su cabeza encontró interesante ver cómo aún después de los días del señor oscuro todavía quedaban personas que lo seguían, pero luego de lo ocurrido en el Torneo de los tres magos supo que todo era por algo.
Ahora que Voldemort regresó no le sorprendía que poco a poco quisieran adentrarse para tomar posesión de las cosas, empezaban a hacerlo en el ministerio, y aun cuando fuera paranoico no podía dejar de relacionar la metida de narices del ministerio en Hogwarts con el regreso de Voldemort.
Quizás incluso sea que el simple hecho de que Umbridge no le agradaba le hacía ver cosas donde no había. Entró al salón donde tendría las clases con aquella mujer y se ubicó en uno de los asientos de adelante, compartiendo asiento con Hermione Granger, la mirada de ella la vio de reojo antes de removerse incómoda en la silla.
— No voy a lanzarte algún hechizo Granger, deja de moverte.
— Lo siento. —susurró.
Victoria asintió y posó su mirada en el pequeño pájaro de papel que voló sobre su cabeza, una pequeña sonrisa surcó sus labios ante algo tan común, siendo esto algo que no pasó por alto para su compañera de asiento. Los ojos de Victoria siguieron al pájaro hasta que fue quemado por Dolores Umbridge.
La mujer comenzó a hablar sobre los TIMOS y lo que harían a lo largo del año, mientras unos libros eran repartidos, Victoria frunció el ceño ante el contenido, estando de acuerdo cuando Hermione habló sobre los hechizos de defensa.
— ¿Y cómo nos prepara para lo que existe en el exterior? —cuestionó Harry Potter alzando la voz.
— No hay nada en el exterior, querido, ¿Quién...?
— Sabe profesora, odio estar de acuerdo con Potter, pero este libro solo nos hará ver cómo unos inútiles. —interrumpió Victoria alzando la voz— ¿Cómo vamos a defendernos? ¿Recitándoles el capítulo cinco?
— No será necesario, ¿Quién va a querer hacerles daños?
— No lo sé, Lord Voldemort.
— Sus estúpidos títeres. —musitó Victoria aún a favor de lo que Potter decía, dejando a más de uno sorprendido no solo por la mención de Voldemort si no por el apoyo de la Slytherin.
La mujer vestida de rosa observó a ambos brujos antes de dar pequeños pasos hacia las mesas donde estaban, Victoria rodó los ojos al verla poner sus ojos sobre ella.
— Les explicaré claramente —comenzó a decir—, les han dicho que cierto mago tenebroso está al acecho nuevamente, pero eso es una mentira.
— ¡No es una mentira, lo he visto! ¡Luche con él!
— Está castigado, Sr. Potter.
— Según usted Cedric Diggory murió solo porque sí.
— La muerte de Cedric Diggory fue un accidente.
— ¿Qué hay del ataque a las familias muggles últimamente? ¿La muerte de los James? Acaso fue un accidente, porque siento que está pasando lo mismo que hace 15 años. —volvió a decir Victoria ahora más molesta que hace unos segundos— Deje de querer ocultar la verdad como quieren hacerlo siempre, Voldemort regresó y él mató a Cedric...
— ¡Basta! —gritó Umbridge interrumpiéndola— Parece que quiere acompañar al Sr. Potter, así que los veré en mi despacho después de clases.
— No voy a ir a ningún lado hasta que acepte la realidad, Lord Voldemort regresó y estos estúpidos libros solo nos dejan en bandeja de plata para él o cualquiera de sus seguidores.
Los ojos no solo de Umbridge se ubicaron en ella, si no el de todos, Victoria se levantó de su asiento y salió del salón dando un portazo.
