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Los ojos de quienes se encontraban en labiblioteca seguían observando con extrañeza al par de Slytherin rubios estar sentados juntos sin querer sacarse los ojos el uno al otro. Pasaron varios días desde el primer acercamiento y todavía seguían compartiendo mesa.
A veces era ella quién llegaba primero con el propósito de llevarse el libro para tenerlo solo para ella sin contar que él la iba a encontrar tarde o temprano y luego de un intercambio de palabras poco amables se sentaba a su lado para seguir con su ensayo.
Otras veces era él quien llegaba a tomar el libro y se ocultaba en lo más recóndito del lugar, solo para minutos después ver el ceño fruncido de su compañera de casa mientras dejaba salir un insulto ya típico de ambos, sin embargo, aquel día ella no tenía el ceño fruncido o un insulto listo, al contrario, tenía una sonrisa en su rostro.
— Hoy es un buen día.
— ¿Debería interesarme? —cuestionó Malfoy sin despegar la mirada de su pergamino.
— ¿Tienes que ser tan amargado siempre? Envejecerás prematuramente si sigues así.
— Nuevamente, ¿Debería importarme?
— Aburrido. —musitó a la vez que dejaba sus cosas a su costado y se acomodaba para poder terminar con la última parte de su ensayo, ahí estaba la razón de su buen día, su tarea estaba terminada por ende el tener que convivir con Draco Malfoy se terminó.
Las plumas de ambos se movían sobre los pergaminos siendo ese el único sonido entre ambos, ninguno de los dos estaba dispuesto a soportar al otro aquel día siendo la primera vez que el intercambio de insultos no se diera.
— Espera. —murmuró deteniendo que él cambiara de página provocando que suelte un bufido, pero dejó de escribir al verla copiar cierta parte del texto que hablaba sobre constelaciones.
— ¿Cuál es tu constelación favorita? —preguntó sin darse cuenta, Victoria dejó de escribir y lo miró con el ceño fruncido.
— ¿Ahora te importan mis gustos?
— No.
— Entonces no tengo porque decírtela. —exclamó volviendo a poner su vista en su tarea ya terminada, una sonrisa creció en su rostro— Me gustaría decir que fue un encanto estos días contigo, pero no soy una mentirosa.
— Te cuesta mucho mantener tu boca cerrada, ¿verdad?
— Puede ser quizás porque a mí no me la tienen contralada, ¿Qué hay de ti? ¿Tu papi también controla lo que dices? —preguntó a la vez que giraba su cabeza para poder verlo con una ceja alzada— ¿Qué se siente ser la marioneta de papá?
