“Esto…esto nunca lo olvides” Había dicho luego de eso. Sus ojos se habían quedado mirándome, mientras se mordía el interior de la mejilla. Ese gesto en particular siempre me había despertado una enorme curiosidad, sentía que tenía algo que decir, pero no lo podía hacer. Había algo que frenaba su comportamiento, sus acciones. Había una situación que le atormentaba, y en estos dos meses conociéndole lo había descubierto por mí misma. Su mano rozó lentamente mi mejilla, convirtiéndose de a poco en una caricia retraída, para luego perderse en rápidas zancadas en la esquina de la calle.
Me quedé parada, junto a la barrera de seguridad.
– ¿Vas a entrar o te quedarás ahí toda la noche, niña?
Me volteé y vi a uno de los guardias que hacia turno durante la noche, bajo la caseta, con el ceño fruncido y sus brazos cruzados.
– Si…lo siento.
Mis zapatillas resonaron suavemente con la suela gastada por sobre la grava de la urbanización. Caminé la leve cuesta que había, hasta llegar a mi casa.
Una profunda sensación de inquietud me llenó de golpe. El corazón me palpitó fuertemente y supe que algo andaba mal, en el instante en que la puerta de mi casa se abrió sin siquiera darme tiempo de buscar la llave que Sophie me había dejado bajo el tapete.
La respiración se me cortó.
– Mamá…
Su frívola sonrisa me gritaba “¡corre!”
– ¿Te la has pasado bien?
Sophie asomó la cabeza por el hombro de mi madre, con el rostro humedecido por las lágrimas y el labio ligeramente salido hacia afuera como una cría. Me miró con ojos de cordero degollado, y pude notar la gran marca de cinco dedos rojos, en su mejilla izquierda. Mi mandíbula cayó hasta el suelo.
Lo lamento. Articuló con los labios, para luego pasar por el flanco derecho de mamá, con la cabeza gacha, llevando un abrigo que cubría su robusta figura.
– Mamá…yo…
– Esperame en el despacho de tu padre. – Anunció con voz vacía. –Ahora.
Sin que tuviera que repetírmelo dos veces, entre corriendo a la casa, y subí las escaleras hasta el estudio de papá. Me até el pelo en un moño alto, a ver si así el olor a cerveza pasaba más desapercibido.
Mi estómago se había hecho un nudo irremediable, y el taconeo de mi madre en el pie de la escalera solo sirvió para incrementarlo. Aferré mis manos al asiento de cuero en cuanto la puerta se abrió.
Mi madre entró, y cerró la puerta tras de ella.
Caminó a mí alrededor, escrutándome con la mirada.
– Hueles a alcohol. – Dijo luego de un rato, olfateándome. –Apestas a perra barata.
–Mamá, dejame que te explique por favor…– Hablé atropelladamente.
– ¡Callate! ¡Estoy hablando yo! – Gritó enfebrecida. – Mirate, niña… ¿Qué es lo que tú te crees? ¿Ves la manera en que andas vestida? ¡Pareces una callejera! ¡Y actúas igual a una!
– ¿Qué…? ¡Pero de que hablas! ¿Una callejera? ¡Solo he salido por unas horas! ¿Qué hay de malo en ello? No le veo lo grave, si me permites decir. –
– ¿Y que un chico con pinta de gamberro te venga a dejar hasta la puerta de la casa no es malo tampoco? ¡No tienes vergüenza!
Mi corazón latió con mucha fuerza. Me quedé en blanco. En pausa. Con mi cuerpo completamente helado.
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The only reason {Luke brooks} (EDITANDO)
Random"Por Dios, _____. No me hagas elegir. Porque la única razón por la que soporto toda esta mierda, es por ti. - Su respiración se volvió pesada e irregular, sus puños estaban apretados a cada lado de su cuerpo. Me había gritado muchas veces, pero jamá...