Ambos eran la fuerza que el mundo necesitaba para ser vencido. Pero la fuerza no siempre era clara y buena, ¿que pasaría si ambos tuvieran una parte oscura capaz de hacer cualquier cosa por el otro?
Adelaine era nobleza en un mundo donde eso ya no t...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El silencio de la prisión era algo que me ponía nerviosa, estar entre 4 paredes y solo escuchar gruñidos a la distancia, tan distantes que debías cerrar los ojos y tratar de agudizar tus oídos lo más que puedas.
Mis manos jugaban con la única compañía que tenía, y siendo sincera, aquella katana se había vuelto importante para mí. Me hacía recordar la carretera, la granja y el camino hacia aquí. Era mi compañía y me había salvado el pellejo demasiadas veces.
- Que estupida- Dije para mi misma al darme cuenta que me había encariñado con un simple objeto.
-¿A quién insultas?- Mencionó aquella voz que conocía a la perfección y me acomode nerviosa al ver a Carl apoyado en la entrada de la celda, con la bebé en sus brazos.
-A mi- Contesté con diversión y el sonrío. Dio unos cortos pasos y se sentó junto a mi.
-¿Dormiste bien?- preguntó y me miró.
-Extrañamente si, ¿tú?-
-Si, aunque ella se despertó varias veces - Lo escuché reír levemente y mi corazón se encogió. Estaba por volver a disculparme, ya que el sentimiento de culpa no se iba, pero él se adelanto- Lo siento Lein
-¿Porqué?- Inquirí con confusión y él bajo la mirada a la bebé
-Por mi comportamiento de ayer, no lo merecías -
-Esta bien, yo entendería si necesitas espacio -
-No quiero estar solo- murmuró y pegó su frente a la mía, haciendo que sonría involuntariamente. - No quiero que te alejes. Ella y tu son lo más importante para mí.
-Jamás te dejaría solo, Carl. - mis palabras parecieron música para sus oídos porque sus ojos brillaron y se acercó rápidamente. Su calor se sentía tan reconfortante, él me hacía sentir tan cómoda y segura. Íbamos a besarnos, sentía sus labios tan cerca de los míos que llegaron a rozarse, pero el destino tenía otro planes. El llanto de la bebé se hizo presente y ambos nos alejamos
-Celosa- Dije con diversión y la tomé en mis brazos.
-¿De ti o de mi?-
-Tu eres su hermano- Contesté con tranquilidad, como si fuera de manual. Pero automáticamente me di cuenta de lo que mi mente pensaba y tragué saliva
-Se lo que piensas-
-Es estupido- descarte rápidamente y él colocó el mechón suelto de mi cabello, detrás de mi oreja y acaricio mi mejilla.