Capítulo 36

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Si la incertidumbre es un castigo, la culpa es el peor de los infiernos.

Mientras todos corrían y huían, todo en llamas y quemando los recuerdos de aquellos que murieron para que otros vivieran, o de aquellos, que quisieron vivir y este mundo no les dio la oportunidad.

Mientras todo huían, la mirada de Rick contemplo la segunda asaña más dolorosa de todos, muros cayendo y llevándose consigo la vida de aquella que consideraba su hija. El grito ahogado de Adelaine no se escucho, solo podía ver sus ojos cristalinos acompañar una sonrisa, una sincera y cargada de dolor. El dolor pudo haber significado tantas razones ese día, pero decidió plasmarse en ella, el llanto desgarrados de Rick se unió al de ella, al verla caer junto al montón de escombros

-¡¡Papá!! ¿La viste salir?-había preguntando con desesperación Carl en cuanto se alejaron, la mirada perdida y llena de lágrimas le hizo perder más más esperanzas al ojiazul. -Dime que la viste salir,¡¡dímelo!!- exigió completamente cegado por el dolor, no podía imaginarla así, simplemente no se lo permitía. El dolor en su pecho aumentaba a medida que los recuerdos jugaron con su mente y llegaron de repente para torturarlo.

-Es tu culpa, es tu maldita culpa- Susurró una y otra vez en el menos de los volúmenes a medida que caminaba alejándose de su padre. Habían perdido tanto y todo por su maldita culpa, si tan sola los hubiese cuidado como dijo, si la hubiese mantenido a salvo como debía, ellos, ella estaría con él ahora.

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Horas antes

El dolor no se iba, su voz no se desipaba, todo seguía en mi mente. Los gritos internos se hacían cada vez más fuertes y las lágrimas se arrinconadan, no querían ni debían salir, no debía demostrar que le afectaba. Así que se permitio gritar en aquel lugar que poco importaría, el cuarto lleno de máquinas que hacían funcionar los motores de la prisión, el lugar donde había nacido Judith.
Sus gritos dejaron de salir en cuanto sus piernas flaquearon y la derrumbaron al suelo, gemidos de dolor se escucharon y unos pasos apurados los opacaron. Sus manos se aferraban con fuerza a lo primero que sintió, unos grandes brazos la tomaron con fuerza y se formaron en un fuerte de seguridad.

-Tranquila, estoy aquí - Susurró una y otra vez aquella voz que conocía tanto, se aferro con todas sus fuerzas y él sin notarlo comenzó a dejar leves caricias en su cabello, sabía que era sin notarlo por era delicado, no era forzado, no le costaba eso, solo era Daryl dando aquello que no recibió.

-Ella no está, ¡¡se fue Daryl!!-grito con dolor, algo que lo destruyó por completo. Sus manos temblaron al no saber que hacer, era la primera vez en mucho tiempo que la veía así, la aferró a su cuerpo con desesperación sin saber que más hacer para calmarla.- Debemos ir por ella, no puede estar sola, ella no puede- murmuraba una y otra vez con dolor.

𝐒𝐓𝐑𝐎𝐍𝐆. 𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora