Capítulo 55

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La última noche antes del caos siempre se sentía extraña, todo parecía cobrar sentido y las pequeñas cosas de repente valian miles, la cama donde dormías era un colchón del cielo, y el calor de una simple sopa podía representar un hogar, tu hogar ...

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La última noche antes del caos siempre se sentía extraña, todo parecía cobrar sentido y las pequeñas cosas de repente valian miles, la cama donde dormías era un colchón del cielo, y el calor de una simple sopa podía representar un hogar, tu hogar y cada momento lejos de ese lugar, sumergida en los recuerdos que evitaban que te hundieras en aquella oscuridad, en ese frío y desolado cuarto.
Dejabas de contar los días y las noches en las que estabas en aquel lugar, ya no valía la pena soñar con volver, y te resultaba vomitiva la idea de tener esperanza  de creer que estarías nuevamente en sus brazos. Podías verte a ti misma, sonriendo y caliente en los brazos de aquel amor, podías recordar como se sentían las mañana con ella y los chismes de media tarde con amigos.

Porque ya no existia nada de eso, y parecía vivido de otra vida, la fotografía pegada en la pared era un recordatorio de que todo se había acabo, que su vida tal y como la conocía, ya no existia.
Porque había arriesgado todo por nada,
fallando en sus cometidos que lo único que hacían era hacerle ver que estaba sola, que nadie podría salvarla otra vez.
Vivía en sus recuerdos, en aquella última noche donde durmió en una cama caliente, donde sintió los brazos de Carl tomarla y aferrarla a él todo la noche. En su mente se podía ver a ella misma, recostada entre sus brazos, riendo y siendo besada por aquellos que cada vez que los veía se tocaba los suyos con la esperanza de que pudiera sentirlos, y no el resecos que evidenciaba la falta de agua, al igual que el color morado que ya era común.
Se sentía tan bien que dolía recordarlo, porque ella ya estaba en esa casa, no era su cama en la que ahora dormía, porque sus recuerdos habían quedado en esa última noche donde fue feliz.

Una simple mañana, la mañana siguiente de sus recuerdos fue el fin de todo para ella. De la tranquilidad, la felicidad, y si hubiese podido rogar que la dejaran en ese instante antes de despertar, lo habría hecho.
Ya no estaba Judith por las mañanas, ya no discutía con Carl por la ducha ni mucho menos estaba él para abrazarla en las noches, solo había oscuridad, un pequeño cuarto frío y lleno de malesa que la hacía enfermar, la comida circulaba pero tal cual llegaba, se iba, el agua sucia no era más que una clara demostración de lo que era ella, un premio, un castigo y un ejemplo a seguir ante su comunidad de que intentar ser el héroe, no siempre funcionaba.

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Horas antes

La mañana llegó, y tan pronto el sol dio en su rostro sintió como si despertara de una pesadilla, como si su existencia en ese instante, en ese día no fuera real. Como estar viviendo en un tiempo y espacio que no es el tuyo, un deja vu que lo único que hacía era desesperarte ante la idea de aferrarte a aquello que presencias, perderías en instantes.

El despedirte de Carl al ir hacía la guardia cotidiana se sintió sofocante,  era como arrancarse un pedazo del corazón, tratabas de aferrarlo más a ti en aquel último abrazo, y en tu interior rogabas porque no se fuera, porque no sucediera todo de nuevo,  lo estabas viviendo como si ya supieras todo, como si el destino te regalara la posibilidad de vivir esto de nuevo y arreglar algo, pero tu mente te advertirá que hacerlo, que reparar los errores solo te llevaría a un destino peor que la muerte. 

𝐒𝐓𝐑𝐎𝐍𝐆. 𝐂𝐚𝐫𝐥 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora