"Si tuviera la oportunidad, me retractaría"

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Primavera

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¡Reserva un quirófano! — la voz parecía lejana mientras ladraba ordenes a diestra y siniestra, sacándole de su inconsciencia.

Apenas y pudo pestañear, antes de que sus parpados se cerraran de nuevo, hostigados por las brillantes luces de la habitación. Le rodeaba un olor penetrante y metálico combinado con la lejía. Y por unos segundos, estuvo desorientada sobre lo que sucedía. Tenía mucho frio, un frio espantoso en todo el cuerpo que le hacía sentir como si estuviese recostada sobre un bloque de hielo.

Pero lo que le tenía en verdadera agonía, era el dolor. Todo era dolor. Desde la presión insoportable en su pecho, que le dificultaba respirar, hasta el dolor lacerante a la altura de sus costillas. Debía tener un par de ellas rotas. Conocía el dolor de una costilla rota, pues cuando se decantó por jugar hockey, esa fue una de las primeras cosas que sacó de ese deporte: Una costilla rota.

Pero esta vez era diferente, lo sabía, estaba segura que nada de esto se curaría con unos días en cama, completamente inmovilizada. No. Este dolor insoportable en cada fibra de su cuerpo y ese frío glacial, solo era la señal inequívoca de que estaba muriendo.

Trató de inhalar fuerte, aferrándose a las débiles fuerzas de su interior para poder decir algo y así poder irse tranquila. Pero el dolor se volvió tan agudo y opresivo, obligándola a abrir los ojos de par en par, y los labios, en un grito silencioso de agonía absoluta. La sensación horrorosa de la muerte invadiéndole el cuerpo de arriba hacia abajo le hizo retorcerse en la camilla y contorsionar el rostro, y sintió a varias personas buscando contenerle. Pero sus manos estaban demasiados tibias, molestas y le causaban una quemazón en su piel desnuda, y lo único que MingSeo quería era que dejaran de tocarla.

Shhh... — intentó tranquilizarla una enfermera, sosteniéndola con cuidado mientras alguien seguía pinchando su brazo.

MingSeo miró a su alrededor de forma frenética, necesitando enfocar algo más que la molesta luz blanca y potente sobre su rostro pero no consiguió demasiado. En su visión, solo percibía puntos flotando. Sin darse cuenta, las lágrimas le corrieron por el rostro— Hola chica, lamento que tengamos que conocernos de esta manera — prosiguió la mujer con voz suave y gesto compungido, viendo a la jovencita asustada y severamente lastimada en la camilla. La mujer desprendió su dulce aroma a coco, envolviendo a la chica, buscando la forma de calmarla y evitar que siga forcejeando, mientras su compañera busca una vena viable para establecer una intravenosa— Estás en el hospital. Tú y tu omega tuvieron un accidente en la vía. Tenemos que llevarte a cirugía en un momento, tienes una lesión importante en el esternón — MingSeo se deja llevar por el olor dulce de la mujer que le habla pero sin percatarse de que sigue llorando como un bebé y que se ha aferrado a los brazos que la sostienen. Porque la culpa estalla cuando escucha esas palabras: «Tú y tu omega». Tantas cosas que pudo hacer bien y prefirió regresar a Seúl. Y ahora, todo estaba perdido.

Sus padres. Oh por la Luna. Sus maravillosos padres, que no tienen ni idea de que está aquí. ¿Y sus hermanos? Su dulce hermano mayor Seokjinie, que tenía una importante presentación en su escuela de gastronomía y por eso decidió prestarle el auto para la "pijamada" en casa de Irene.

I will try to fix you [KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora