Capítulo Ocho

286 33 5
                                    

Aclaraciones del corazón

Después de su largo día en la búsqueda del gran misterio de la carta de hace cuarenta años, prefirieron irse cada uno a la cama. La adolescente extrañamente seguía dormida en el copiloto, la cual fue cargada por su padre hasta su habitación.

—Últimamente ___-chan está durmiendo mal —comenta la científica, quien le tiende un vaso de agua a su compañero—, no me sorprende que el profesor tenga que cargarla hasta su habitación.

— ¿A qué te refieres? —comenta el detective juvenil tomando de su agua.

—Se despierta a mitad de la noche, sudada y asustada —comenta algo "desinteresada" como muchos dirían, pero se veía la preocupación en sus ojos—, otras veces tenemos que despertarla. Pero las últimas cuatro veces termina en la ventana con su celular en la mano, le textea a alguien.

Shinichi miro a los ojos a su compañera, quería saber más:
— ¿Sabes a quién? —preguntó tratando de unir las conjeturas en su cabeza.

La científica lo miró fijamente unos segundos, mientras se terminaba su vaso de agua, para luego encogerse de hombros e irse, el adolescente encogido suspiro frustrado, al parecer debería de investigarlo por sí sólo. El cansancio con el que había llegado, obviamente se esfumó. Shinichi se revolvió el cabello, hábito que ha tomado últimamente cuando esta frustrado y decidió resolver todos los sentimientos que lo acomplejaban, ¿qué era lo que realmente sentía su corazón? Él sabía que tenía celos cada vez que el mago se acercaba a su amiga. El joven seguía en la cocina con las luces tenuemente encendidas, miro su reloj de muñeca, marcaban las 02:12 de la mañana, mejor se iría a dormir, camino con la luz apagada hasta la habitación del inventor, pero se detuvo.

Vio como la luz de un aparato electrónico iluminaba parte de la habitación que las chicas compartían, el adolescente encogido se asomó con toda curiosidad por lo que le había dicho la científica horas atrás. ___ estaba sentada en el marco de la ventana, viendo su móvil con la mirada perdida, Shinichi pudo escuchar el teclear de las teclas, se escondió detrás de la puerta nuevamente cuando sintió vibrar su móvil que se encontraba en su bolsillo, rápidamente fue a la plantaba baja de la casa y contesto la llamada mientras buscaba su corbatín en su bolsillo.

—¿Hola? —dijo con su tono de voz adulta. Al parecer del joven siempre era raro el tener que actuar su voz.

—No pensé que estuvieras despierto —replico la chica—, lo siento de todas formas.

—No te preocupes —dijo rápidamente el encogido, rezando para que la chica no le cortara—. Hace tiempo no hablamos —comento con un tono de voz apagado.

—Pensé en llamarte en mi cumpleaños, para agradecerte el regalo —dice la joven en susurros para no despertar a la chica que se encontraba en su habitación durmiendo—, pero esperé que tú lo hicieras primero.

—Lo sé debía de haberlo hecho, lo siento estaba en un caso algo difícil, ya sabes cómo son —dice riendo por lo bajo con nerviosismo—, aun así no es una buena excusa —se corrigió rápidamente—. Creo que esa era la razón por la que no contestabas mis mensajes de texto, pero te comprendo.

La chica rio suavemente: —Solo nos estamos disculpando, por algo que ninguno de los dos tiene la culpa —dijo con su característico tono de voz suave.

—Si, eso creo —el encogido se revolvió el cabello—. Conan-kun me comento que estabas pasando tiempo con tus amigos, eso es bueno.

—Conan es un chico muy curioso —el encogido se tensó en su lugar unos segundos—. ¿Tú crees que he cambiado? Digo si me volvieras a ver ahora y me compararas con esa niña de hace diez años, ¿podrías reconocerme?

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora