Capítulo Once

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Un día lluvioso

Los pasos apresurados resonaban por Beika City, la gente iba de un lugar a otro con mucha prisa, pues habían pronosticado lluvias para casi toda la región y la gente estaba apresurada por llegar a sus hogares.

Sin importar eso Conan y Heiji caminaban con tranquilidad, buscando un lugar cómodo donde conversar. Era el último día de estancia del chico moreno y querían pasar un tiempo a solas entre chicos.

— ¿Kudo-kun? —el chico de lentes emitió un leve sonido con la boca, para que su amigo prosiguiera—. Resguardémonos del frío —comenta frotando sus manos en sus brazos para agarrar algo de calor.

El encogido miro a su amigo, estaba caminando sumido en sus pensamientos, su mirada se dirigió al cielo, la lluvia se estaba intensificando, y el frío empezaba a calar la chaqueta de ambos. Se adentraron a un centro comercial y buscaron un lugar donde pudieran sentarse a conversar sin ser oídos por los transeúntes.

Los muchachos se sentían más a gusto estando en un lugar relajados, ahí Shinichi podía hablar sin arriesgar su identidad, aunque tenía claro que en algún momento su secreto seria desvelado, pero no estaba para pensar en eso.

—¿Te parece si llevamos provisiones y celebramos mi último día? —dice estirándose el chico moreno después de una larga charla, Conan asiente—, o no seas retraído, se que me extrañaras, soy tu persona favorita en este mundo —comenta despeinándole el cabello a su amigo.

—Ya quisieras —comenta fastidiado, arreglándose el cabello.

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—¡Llegamos! —grito Heiji, a penas cruzo el umbral de la puerta, pero no hubo respuesta.

— ¿___-neechan? —pregunta en su característico tono infantil.

Ambos se adentraron a la cocina, en el mesón estaba sentado el mago. Conan y Heiji no se hicieron problemas en ocultar el fastidio que sentían.

"¿Qué hace él aquí?" se preguntaron al mismo tiempo los detectives.

— ¡Oh, si son mis detectives favoritos! —sonrió alegre el mago, bebiendo estrepitosamente de su caja de jugo de naranja.

—Sí... ¿y ___? —dice tajante el chico de ojos verdes. El mago sonrió con picardía.

—Se esta bañando —dice sin más, para volver a tomar de su jugo—, toma —dice aventándole las llaves de su motocicleta—. ___, me hizo guardarla en la cochera.

— ¡Oh, ya llegaron! —comenta ___, apareciendo de la nada—. ¿Kaito, dónde está la bebé?

— ¿¡Qué!? —gritan Conan y Heiji al unísono. Un llanto se oye a lo lejos.

La chica miro molesta a los chicos y se fue de la cocina. El mago miraba divertido la escena mientras seguía a la chica con su mirada.

—Kaito, los jugos no son para ti —el chico rio, y se bajó del taburete—, ¿podrías ayudarme?

—Voy, voy. ¿Dónde dijiste que estaba el biberón? —dice elevando el tono de su voz, pues el llanto de la pequeña criatura se hacia cada vez más fuerte.

—En el mesón.

Los detectives adolescentes estaban muy ajenos a la escena. Los jóvenes parecían una pareja de recién casados, y eso estaba haciendo que una mezcla de sentimientos creciera dentro del pecho de Shinichi, empezaba a sentirse mareado.

— ¿Y ese bebé? —pregunta molesto el detective de Osaka, por ser ignorado y también por la repentina presencia del chico de cabellos revueltos.

—Lo preguntas como si fuera un objeto que sacamos de un estante —Kaito caminaba batiendo el biberón, hacia la chica que se encontraba donde estaba la sala de estar.

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora