Capítulo Veintitrés

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Negro y gris

El repicar de las uñas de la mujer era un sonido que irritaba al hombre de cabellos platino, tenía un ceño molesto pintado en el rostro, uno mucho más furioso que de costumbre. Los orbes de la mujer lo miraban con ira absoluta, no estaba a gusto con su mera presencia.

La mujer desinteresada por la molestia del tipo frente a ella, se miró su perfecta manicura con desinterés. Esta vez tenía un color violeta, disimuló su sonrisa al acordarse de su pequeño ángel, llevaba un vestido de color idéntico hace unos días atrás.

Gracias a sus dotes de actuación y el que era diestra en disfrazarse pudo colarse en el hospital donde estaba residiendo la joven de orbes grises. Se alivió al ver que estaba estable, también dio las gracias de que el informante que había contactado, haya muerto.

De verdad fue un alivio para la rubia.

Lastimosamente entre el caos creado por su propio disparo, el grito de una señora que se dirigía al baño y la turba de gente curiosa que se acercaba, perdió los expedientes con información y terminaron siendo consumidos por las llamas. Volvió a jugar aburrida con sus uñas sobre la madera de la mesa.

— Si no te detienes —Gin arrastró sus palabras amenazantes—, te dispararé en la cabeza.

La rubia ignoró sus palabras, la puerta se abrió dándole paso a los francotiradores del equipo.

— Ya era hora —reclamó Vodka con alivió disimulado.

— A ustedes no les dejan tantas misiones, como a nosotros —se quejó Korn dejando caer su bolso al suelo. Chianti a sus espaldas imitó su acto.

— Eso a nadie le interesa —declaró Gin, con su particular tono de voz—. Terminemos con esto.

Los presentes asintieron tomando asiento en los puestos libres. Tras la desaparición de Kir, por parte del FBI, se han visto en la obligación de tomar medidas más desesperadas.

Vodka dejó una montaña de expedientes y carpetas con planos e información. Otro de sus problemas fue la “misteriosa desaparición” de la agente Sherry, que sin ella han sido difícil el seguir produciendo la droga que llevaban meses desarrollando.

— Necesitaremos un mejor plan que este —se quejó Chianti, tirando uno de los tantos expedientes sobre la mesa.

— Tendríamos más información si alguien no hubiese hecho estallar el restaurante —la ira seguía en Vermouth, ya se habían presentados cinco días y no tenían avances.

— Rescatar a Kir de un hospital vigilado, suena algo engorroso —la voz de la francotiradora interrumpió nuevamente, antes que una disputa innecesaria se creara—. Mejor olvidémonos de ella, y simplemente deshagámonos del problema desde la raíz.

— ¿Y cuál crees qué es? —Korn contraatacó disgustado.

— Los agentes del FBI —dijo obvia—, sin Shuichi Akai en nuestro camino, caerán como moscas. Busquemos a sus aliados y acabémoslos de a poco, para cerrar con esos molestos tipos.

La aguda mirada de Vermouth se posó en la otra mujer, con recelo. Ella entendía que, si buscaba eliminar a los agentes, darían no solamente con ellos, sino con miles más como participantes de la policía secreta de Japón y al pequeño chico de gafas, e incluso a su tan apreciado angel.

La reunión dio por concluida, la mujer se opuso en participar, tenia que buscar con los medios necesarios el cuidar de aquella chica que no solo le salvo la vida una vez, sino dos veces. El sol aun no se ocultaba y bajo su disfraz fue hasta el centro comercial como era costumbre.

Se entristeció al pasear por las tiendas y no ver a aquella chica que le alegraba las tardes, casi siempre se la topaba con sus amigas de compras. La adolescente se quedaba frente al aparador de los esmaltes, y Vermouth se atrevía a hablarle de vez en cuando, bajo un disfraz bien elaborado de una señora de mediana edad. La chica siempre terminaba recomendándole colores atrevidos y vistosos.

Se compró un café antes de dirigirse nuevamente a su vehículo, la mujer de finos rasgos se miró en el reflejo de la ventanilla, arreglo su fleco y se montó en el auto. Sentía como sus manos temblaban, ¿cómo dejar libre a la chica de todo este embrollo?

Sabía que ella era una buena aliada para la policía, a pesar de su aspecto y carácter tranquilo. Si usaba al encogido, podría llegar a proteger a la chica de alguna manera, pero eso no le aseguraba nada el que tal vez Kudo Shinichi y Miyano Shiho, no terminen involucrados en las manos de la organización.

Suspiró. Le gusta causar problemas por diversión, pero principalmente estaba agradecida con los detectives de secundaria y quería devolverles el favor de alguna manera.

Pensó en los bellos ojos grises de la chica y aquel brillo de esperanza que reflejaban. Pedía a gritos que el negro de la organización no los consumiera en sus llamas.













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¡Hola! ¿Qué tal su semana? La mía cansadisima, este semestre se vino con todo jaja.
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KAI-KUN 💮 【怪】

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora