Capítulo Diecisiete

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Ausencia

— ¿Están todos listos? —la voz de la profesora resonó por el salón, vigilaba que los pequeños niños estuvieran en su lugar para poder chequear que estaba todo en orden—. Recuerden, no estén nerviosos, les saldrá estupendo —animó con una sonrisa radiante.

El buen humor y el nerviosismo reinaba en el salón de clases de los niños de primaria. Hoy era el día de las madres y los estudiantes de diferentes años prepararon un pequeño festival para poder divertirse durante la jornada, al salón de Shinichi les había tocado presentar una pequeña y simple obra, la cual sería el acto de apertura.

Shinichi buscó a ___ por la sala de clases. No se topó con aquellos ojos grises.

—Nos veremos a las diez en el teatro de la escuela —dijo la maestra. Shinichi no le había puesto atención a lo que había dicho con anterioridad, el pequeño parpadeo confundido.

— ¿Te encuentras bien? —pregunto con preocupación una chica de grandes ojos violáceos, el chico no respondió—, ¿Shinichi?

—Te he dicho varias veces que me digas Kudo, Mouri-san —aclaró, mientras veía atentamente a cada niño que salía del salón.

—Como siempre, tan amable —salió en defensa de su amiga, la heredera del clan Suzuki. En respuesta recibió aquellos ojos azules con recelo.

El chico sin más que comentar se levantó de su asiento en busca de su amiga. Recorrió los pasillos esquivando a los estudiantes que se movían de un lado a otro preparando aquellos detalles de último minuto.

— ¡Hey! —exclamó irritada la chica de cabello castaño, alcanzando al chico y parándose frente a él con las manos en la cintura, estaba disgustada con su actitud—. Eres un maleducado, te estábamos hablando y nos dejas.

—Si solo vienes a reprocharme Suzuki, es mejor que te vayas —el enfado mosqueaba al infante, no le gustaba que la chica fuera autoritaria con él.

—Discúlpala, Shinichi —el chico se giró a mirarla con fastidio—, ya sabes cómo se pone si la ignoras.

El chico no tenía tiempo que perder, su mejor amiga estaba por algún lugar, y si no la hallaba luego llegarían tarde a la obra. Estaba preocupado, ___ no solía desaparecer, no sin avisarle. Shinichi esquivo a las chicas para dirigirse al patio de la escuela, así perdiéndolas en el camino. Se fue en dirección a los árboles de ginkgo, que a ella tanto le gustaban. La chica estaba sentada bajo los árboles, jugando con las hojas que estaban en el suelo, una sonrisa de alivio se escapó inconscientemente del muchacho.

El pequeño detective se sentó cerca de ella en silencio, mientras dirigía aquellos ojos azules en busca de los de ella.

—Siempre me encuentras, detective —sonrió, aún concentrada en su actividad.

—La obra ya va a empezar —dijo mientras que sentía un leve calor en sus mejillas.

—Ella no va a venir.

Shinichi escudriñó cada rincón del rostro de ___; unos meses atrás su madre decidió emprender nuevamente a su país natal y la ausencia de esta estaba empezando a causar estragos en la vida de su amiga.

—Seguramente llegará, no te preocupes —una conversación que un par de niños no deberían de tener. Shinichi pensó en tomar la mano de su amiga, y solo fue eso, un pensamiento. Ella negó.

—Escuche la conversación de mis padres por teléfono, no vendrá —unas lágrimas amenazaban con salir de aquellos ojos, el corazón del chico latió con fuerza. Él no entendía que era esa sensación.

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora