🎃 ESPECIAL DE HALLOWEEN 🎃

256 27 7
                                    

Pánico en la mansión

Era una linda tarde de octubre y el profesor Agasa manejaba tranquilamente su escarabajo amarillo con la radio a un volumen bajo, se dirigían a un nuevo destino, no irían muy lejos, solo se tomarían un día para descansar.
Dentro de este se encontraban los pequeños vecinos, quienes iban sentados en la parte trasera del vehículo, profundamente dormidos. El hombre de cabellos negros miró el retrovisor unos instantes para fijar su vista en los infantes, sonrió al verlos tan pacíficos.

___ y Shinichi han sido vecinos desde que nacieron, y ahora que habían entrado al jardín de infantes, estaban empezando a entablar una nueva relación. Muchas veces se basaba en esperarse para caminar juntos hacia la escuela y de regreso a casa, sentarse a leer en la biblioteca de la casa del chico o comer fruta en las tardes de calor en el patio trasero de los Agasa.

El joven de ojos azules se removió en su puesto.

— ¿Profesor, ya llegamos? —dice el pequeño aun con los ojos cerrados.

—Nos queda poco para llegar a la casa —el profesor seguía con su vista fija en la carretera.

Shinichi, miró a la chica que aún estaba durmiendo.

"¿Debería despertarla?" la chica se acomodo en su lugar, giro su cabeza en dirección al chico aun dormida, y un mechón de su cabello cruzaba por su rostro, Shinichi se acercó levemente a ella sintiendo la respiración tibia de la chica, con un ligero y rápido movimiento le dejó el mechón tras de la oreja. "¿Qué acabó de hacer?" se recrimino.

La chica se removió en su puesto, el joven se devolvió a su antigua postura quedándose rígido en su lugar con las manos sobre sus rodillas, ___ despertó y miró al chico, quien tenía un muy fuerte color rojo por toda la cara. La chica pestañeo y se atrevió a acercarse para tomar la temperatura de él.

—Al parecer te dio algo de fiebre —dice suavemente la chica, Shinichi sintió el aliento de ella golpear su nariz, olía a menta. Eso no aligera a su sonrojo.

—Solo me dio algo de calor, las ventanas van cerradas —refuta rápidamente girándose a mirar por la ventanilla. La chica se abalanzó un poco más sobre el chico, para poder girar la perilla levemente y abrir la ventana en dirección del chico, volvió a su lugar e hizo el mismo movimiento con la ventanilla de su lado.

— ¿Mejor? —Shinichi solo asintió, aquellos ojos grises lo observan con mucha atención y eso lo ponía nervioso, ___ sonrió en respuesta.

— ¡Miren ya llegamos! —el profesor Agasa los miró por el retrovisor, unos instantes antes de aparcar el auto fuera de la cabaña que habían arrendado por la ocasión—. Bajen sus maletas, yo acomodare las cosas del auto.

Los pequeños desabrocharon sus cinturones y salieron rápidamente con sus pequeñas mochilas hasta la entrada de la casa de madera, el chico de orbes azules miraba a ___ de reojo, ella llevaba una ligera sonrisa en su rostro, el no evitó nuevamente sonrojarse.

"¡Por favor, qué me esta sucediendo! Es mi vecina, ni siquiera somos amigos" pensó, el pequeño niño suspiro "Solo, cálmate Shinichi, no es como sí... Fuera algo malo el que te guste su cabello, ¿o sí?"

—Shinichi —la suave voz de ___ lo sacó de sus pensamientos, el joven la miró, estaban en la entrada de la cabaña estáticos—, no pude girar bien el picaporte —la joven se sonrojo, no podía abrir la puerta, el se colgó la mochila al hombro y giro el picaporte, estaba algo duro, pero aún así pudo lograrlo—. Gracias.

Se adentraron a paso lento, era un lugar acogedor y muy amplio, los jóvenes subieron las escaleras para encontrarse con el cuarto que compartirían ambos ese día, y como buenos detectives que eran, empezaron a correr por todos los rincones que encontraron, hallaron incluso una baraja de naipes, con la que acordaron jugar hasta que fuera la hora del almuerzo. Bajaron a la primera planta donde se hallaba el profesor ya con un delantal de cocina, los chicos se sentaron cerca de la chimenea, para poder jugar una partida de cartas.

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora