Capítulo Diecinueve

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Sentir

Heiji se quejó en voz baja, cansado ya de caminar tanto de un lado para otro. La detective de cabellos oscuros miró de reojo a su amigo con preocupación.

— ¿Quieres descansar un poco? —le pregunta acercándose a su lado. Él asiente en respuesta—. Te dije que sería agotador salir con las chicas —ríe levemente ante su propio comentario.

Ran y Sonoko iban conversando más adelante, viendo las tiendas que se encontraban a su alrededor, el pequeño Conan iba siendo arrastrado por la karateca y su amiga, con bolsas de diferentes tiendas en sus pequeños brazos. ___ se sentó junto al detective de Osaka, en uno de los bancos que encontraban vacíos.

— ¡No pensé que nos harían entrar en cada tienda que vieran! —dijo el mago alcanzando a la pareja de detectives.

Habían pasado ya unos días desde que el chico de Kansai había decidido el quedarse en Tokio, estaba viviendo con el mago, y hoy habían decidido mostrarle la ciudad al chico moreno. Heiji se acomodó su cabello bajo su gorra.

—Yo se los advertí —dice divertida la chica de ojos grises.

—Pobre Conan —respondió por fin el moreno. Los adolescentes rieron estrepitosamente al ver como el menor había perdido su campo de visión al tener que llevar tantas bolsas y cajas.

— ¿Tú no comprarás nada? —la chica guio su mirada hacia el mago. —Me gusta salir de compras, pero no era el fin de este paseo —levantó sus hombros desganada. Los adolescentes habían invitado al encogido para qué tomará aire fresco, pero las chicas se habían acoplado a sus planes a último minuto—. Te recompensaré Heiji.

El chico rio cansado: — ¡Tú invitas el almuerzo!

Después de unos minutos apareció Conan corriendo en dirección de los adolescentes, con los brazos extendidos se escondió en el regazo de ___.

— ¡___-neechan! —exclama agitado.

—Kudo —llamaron su atención de inmediato los chicos que estaban uno a cada lado de la chica, agachándose a su altura—, no te pases de listo.

— ¡Ven aquí enano mal agradecido! —Sonoko salió detrás del pequeño con su brazo extendido, una clara amenaza de que iba a darle un buen golpe—. No te escondas, baboso.

Los adolescentes miraron de una muy mala manera a la heredera del clan Suzuki, detrás de ella llegó Ran agitada con todas las bolsas de las compras que habían hecho.

—Sonoko, es solo un niño —habló entrecortadamente.

—Uno muy mal educado —replicó a su amiga, llamando la atención de los transeúntes.

El encogido se refugió entre los brazos de ___, con algo de temor. Sonoko era una chica que perdía los estribos muy rápido. La grisácea mirada de la chica miró fijamente a su amiga, con una muy clara molestia.

— ¿A caso crees que esa es forma de tratar a alguien, Sonoko? —la voz dura de ___ sorprendió a todos. Era una chica muy paciente y tranquila. Su amiga tartamudeó sin llegar a soltar palabras.

—Conan dijo que se veía como una anciana —dice riendo incomoda la hija del detective privado. ___ no soltaba la gélida mirada que mantenía sobre la chica de cabello corto.

—Si terminaron sus compras, nosotros iremos a comer —dice con su característico tono apacible. Se levantó con el pequeño en sus brazos, seguida por los chicos que la acompañaban.

— ¿Y a esta que bicho le picó? —preguntó Sonoko en un leve susurro a Ran. Una mirada desconcertada surcó el rostro de la capitana del equipo de karate.

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora