Capítulo Quince

200 28 16
                                    

Ella, un ángel

El repicar de los tacones hacía eco en las mohosas paredes, un gesto de desagrado surco el rostro de la mujer a su lado, Chianti. Aunque era una expresión que siempre poseía.

— ¿Siempre te vez así? —la risa sacarrona resonó aún por el extenso pasillo, la mujer la miró inquisitiva, esperando una respuesta, aún así no recibió una.

— ¿A qué te refieres? —su tono de voz se volvió más amargo de lo normal. Una sonrisa triunfante salió de los labios de la persona a su lado. "como una vulgar" pensó.

Se adelantó sin decir más, pues ella portaba una elegante vestido negro, era una reunión importante, mientras que su acompañante solo se puso lo primero que encontró. Sin más abrió con delicadeza el picaporte para entrar a la habitación, se encontró con sus demás compañeros.

—Ya estamos todos —dijo Vodka en voz alta—. Si que tardaron en llegar —comentó molesto, más de lo que era habitual en el hombre.

Vermouth sonrió burlona, le divertía fastidiar a los demás. Dio una última mirada a todos los presentes, portaban sus mejores ropas. Se adelantó y se sentó alejada a los demás, sin antes tomar una copa de champaña que se encontraban en la mesa de enfondo.
El resonar de unos pasos hizo que la mayoría cambiará a una postura rígida, incluso se podía oír el castañar de los dientes de Vodka por todo el lugar.
De reojo la rubia, vio como Chianti arreglaba su ropa, un vestido de cuero, que no dejaba nada a la imaginación, nerviosa se paso las palmas sudorosas mientras bajaba lo más posible el vestido.
Los pasos se detuvieron en la puerta, al abrirse, se asomó el corpulento cuerpo de Rum seguido del jefe.

No era usual verlo, menos para los que estaban en los puestos menores, en este caso Chianti, Korn y Vodka. Estaban estáticos, sin habla, sus labios se movían en un intento de saludo, otra risa salió de los labios de la mujer de ojos celestes verdoso pálido.

— ¿Qué tanto de divierte? —dijo con enfado Rum, en su dirección.

—El hecho de que parecen carnadas, la mayoría presente en esta sala —llevo la copa hasta sus labios, haciendo un pequeño salud antes—. ¿Qué es lo que nos convoca aquí hoy?

—Ten más cuidado con tu tono —una mano se alzó a la altura del pecho del hombre. Se calló al instante, otra sonrisa triunfante de parte de la rubia.

—Tenía asuntos importantes los cuales estaba llevando a cabo. Espero esto sea rápido, jefe —sus labios se movieron con lentitud al pronunciar la última palabra.

—No te preocupes bonita, será rápido —hablo por fin, con voz cansina. Para mostrar su dentadura en un intento de sonrisa, Vermouth vio de reojo como se estremeció Chianti.

A paso lento, el hombre se acercó a la mesa donde estaban los tragos servidos con anterioridad, vio cada una de las copas con desconfianza, el ambiente era tenso y ahora se estaba volviendo más tedioso, con el lento andar del jefe.
La mirada endurecida de Gin, se volvió más oscura, estaba acabandose su paciencia, y la de todos en general.

—Quiero que sepan, que estoy muy decepcionado —dijo tras acercarse la copa hacia su nariz, para oliscar con un amargado gesto cruzandole el rostro, sus pupilas se dilataron, tenía el aspecto de un maniático—. Cuando cree los cimientos de esta organización, esperaba más de ustedes.

— ¿A qué se refiere? —farfullo con enfado Chianti. El estruendo de los vidrios romperse hizo que cerrará la boca. Los ojos de la mujer se abrieron lo suficiente como para pensar que se le saldrían se las cuencas, la copa estalló cerca de su cara a solo unos escasos centímetros.

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora