Capítulo Cinco

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Los corazones de los pequeños detectives

"Nos encontraremos, mañana después de tus clases frente a la estación Beika"

Esas palabras resonaban en la chica de cabello oscuro, llevaba puesto su uniforme azul, tenía la chaqueta abrochada ya que empezaba a correr una brisa algo helada, portaba su maletín marrón, y una bufanda de un brillante color azul, la cual le ayudaba a mantener un poco el calor. Miro su reloj de muñeca, la pequeña niña se estaba demorando un poco más de lo pensado.

— ¡Agasa-san! —la estudiante de primaria corría con prisa hacia la detective, estaba vestida con una blusa amarilla de mangas largas y falda color rosa, al igual que su cintillo—, lo lamento Agasa-san. Es que tuve que acompañar a mi madre a hacer unos recados -dijo la menor llegando al lado de la estudiante de secundaria.

—No —negó lentamente—, no te preocupes Yoshida-san —dijo dándole una diminuta sonrisa.

— ¿Te parece si vamos a comer algo, Agasa-san? —dijo la chica tendiéndole una de sus pequeñas manos a la mayor, quien la acepto mientras asentía.

La menor empezó a arrastrar a la chica a un café que solo quedaba a unas cuadras de donde se encontraban, Ayumi iba apurada, y algo removió el interior de la adolescente. También a la pobre estudiante de secundaria aún le dolía su pie derecho, pero no fue capaz de detener los apresurados pasos de la niña.

La campanilla del local sonó al abrirse la puerta, el olor a café inundo las fosas nasales de ambas chicas, una mujer las recibió y las guío a un lugar vacío. La pequeña movía sus pies colgando en el asiento con intranquilidad, y miraba a la chica sobre el menú, la adolescente le daba miradas rápidas de vez en cuando, era un ambiente algo tenso, lo cual, hacia extrañar a la detective, ya habían pasado muchos momentos juntas, pero nunca antes había estado a solas con la menor de la liga de detectives. La niña pidió un trozo de pastel y jugo de naranja, ___ pidió un café pequeño y tartaleta de fruta.

El pedido llegó a su mesa rápidamente, aún se encontraban en silencio, ninguna de las dos soltaba palabra alguna, la menor seguía algo inquieta en su puesto.

— ¿Sucede algo, Yoshida-san? —la pequeña niña subió su mirada encontrándose con la chica de ojos grises—, debe ser algo importante por lo que me citaste el día de hoy. ¿Necesitas ayuda? —pregunto algo preocupada por la extraña actitud de la niña.

Jugó con su refresco dándole vuelta a la bombilla* dentro del vaso, haciendo sonar los hielos dentro de este suavemente, mientras escondía su cara del sonrojo abrumador que albergaban sus mejillas.

—Es que... Quiero que me ayudes a declararme.

La mayor se sorprendió ante la propuesta, mientras que el creciente rubor de la chica de primaria iba cambiando a un tono más fuerte. La adolescente no era buena con estos temas, ella nunca se había declarado, pero cada quien tiene y demuestra de distintas maneras sus sentimientos. Si estos eran aquellos pensamientos que acomplejaban a la menor, ___ intentaría de ayudarla, para que pudiera sentirse de mejor ánimo.

— ¿Puedo saber de quién se trata? —pregunta con una sonrisa curiosa la detective, mientras tomaba por primera vez un sorbo a su café.

La menor asintió con energía: — ¡Conan-kun!

El trago de café que le recorría su garganta se le hizo más amargo de lo común, y a pesar de haber bebido un líquido recientemente, su boca se sentía seca, no tenía palabras, toda actitud de curiosidad se fue de su organismo, estaba seria y miraba a la menor, quien ahora volvía a tomar de su jugo, mientras esperaba una respuesta por su parte. No sabía que sentimientos rondaban su cabeza, muchos menos sabia como descifrar el enredo que sentía su corazón, ¿era tonto no es así?

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora