Capítulo Veintisiete

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Desesperado y frustrado corazón

Dolor.

___ se quejó en voz baja, no solía ser una chica que usara insultos e improperios, pero el dolor podía con ella. Se sobó la zona afectada con cuidado. Se sentía desorientada, perdida, sola.

Revisó su alrededor, temerosa, aun sin pararse. Sentía como su presión arterial bajaba y su corazón aceleraba.

— Mierda —susurró, volvió a sobarse el cuello, era lo que más le dolía, como si hubiese usado una roca de almohada y la parte superior de su nuca, como si se hubiese golpeado con algo macizo. Se apoyo con dificultad y el cuerpo tembloroso—. ¡Chris!

Su voz reboto en el frío lugar, se incorporó con cuidado, apoyándose esta vez de la pared: — ¡Chris! —nada—, ¡Chris!

Le dolía la cabeza, y sentía como palpitaba con fuerza. Se acomodó su sudadera deportiva, pues de verdad tenía el cuerpo congelado.

Su vista por fin se había acostumbrado al lúgubre y oscuro lugar. Reconoció en donde se encontraba, aquel lugar de sus pesadillas.

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— Ya que, el viaje nos llevará dos días —dijo la adulta acomodándose el cabello—, será mejor que nos conozcamos mejor —sonrió.

— ¿A sí?

— Estamos trabajando juntas Angel. Tenemos que saber que busca la otra.

— Esa debió de ser una pregunta que debí de hacer hace un rato ya —rio apaciblemente la joven, mientas se terminaba de abrochar los cordones—. ¿De dónde me conociste y por qué me estas ayudando?

— Eres una detective reconocida —soltó sin más. No fue una respuesta suficiente, ___ miró a la rubia expectante—. Yo también necesito tu ayuda.

— Ya veo... ¿Por qué, no alguien más capacitado?

— Digamos que te debo un favor —la confusión pintó el rostro de la detective adolescente. La mujer hizo un gesto de pistola con la mano, acercándola a la cabeza de la fémina—. ¡Bang!

— ¿El hombre del restaurante eras tú? —aferró el agarré de su mochila. Eso no tenía sentido.

— Te he vigilado un buen tiempo, Angel —Vermouth empezó a retomar el camino que deberían seguir.

— ¿Desde cuándo? —se apresuró en alcanzarla. Los ojos celeste de la mujer, la miraron sin recelo.

— Deberíamos apresurarnos, tendremos que comprar provisiones en la siguiente estación de servicio.

— ¿A caso me estás diciendo la verdad? —soltó molesta, algo muy raro en ella—, Chris, mírame. A excepción de que ese no sea tú nombre.

— De verdad la chica estaba molesta, confundida y sentía como todo el peso del mundo había caído sobre su espalda. Por su mera imprudencia.
Ha sido muy impulsiva, y no vio las consecuencias que eso arrastraría a un futuro.

— ¿Qué otras cosas no sé? —agarró el brazo de la mujer, haciendo que se detuviera—, ¿por qué no me acuerdo bien de que sucedió en la Mansión del Crepúsculo?

— Tengo algunas de las respuestas que necesitas —dijo sin mirarla a los ojos, aquellos que la hacían sentir culpable—, pero de verdad ___, necesitamos avanzar luego.

— ¿Y por qué debería de confiar en ti? —sus ojos estaban empezando a llenarse de lágrimas. Ella era una chica que no solía romperse tan fácilmente, pero todo en estos últimos meses la estaban superando—, ¿todo esto, ayudará a salvar a mis amigos?

Amor a unos centímetros de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora