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En el instante en el que Mingi abrió la puerta de la casa, Hongjoong pudo sentir la explosión aromática que se revolvía allí. Era el olor de Jongho, de eso no le cabía dudas. Olía como si un bosque de arándanos hubiera crecido dentro de la casa y, además, un tono de canela se deslizaba entre todo ese olor.

Mingi no pareció notarlo, pero la nariz de Hongjoong era demasiado sensible para cosas así. Ni siquiera escuchó lo que el Song empezó a decirle. Lo dejó con la palabra en la boca y fue corriendo rumbo al cuarto donde estaba Jongho.

Abrió la puerta de un tirón. El olor allí era incluso más fuerte, casi nauseabundo, intenso y descontrolado. Jongho estaba sobre la cama, hecho un ovillo tembloroso, con sus emociones hechas un desastre.

Hongjoong se le acercó corriendo. Aquello no podía ser nada bueno. Retiró el pelo del menor con gestos bruscos, examinando su cuello. El omega se revolvió incómodo y se quejó, pero Hongjoong no lo soltó hasta que no se aseguró de que su cuello permanecía intacto. No había marcas de ningún tipo. Jongho seguía sin ser marcado.

—Oye... —le dijo finalmente, después de calmar su inicial desasosiego. No obtuvo respuesta—. Ho...

—¿Qué?

—¿Qué te pasa? —el rubio le quitó los brazos de la cara y trató de buscar su mirada, pero Jongho no quería verlo a los ojos. Parecía estar en medio de un berrinche. Jongho no era un omega egoísta, capaz de hacer berrinches por cualquier estupidez. Para que Jongho reaccionara así, se tenía que tratar de un asunto grave.

No lo había criado para dejar salir su olor así como así, con total descuido.

—No me pasa nada.

—Jongho... —era obvio que el omega mentía, y a Hongjoong no le gustaba para nada eso—. Se nota a diez leguas que te pasa algo. ¿Por qué estás tan alterado?

—Te dije que no me pasa nada.

—Te lo voy a preguntar una última vez —el tono del mayor se endureció—. ¿Qué te pasó para que estés oliendo así?

...

A Mingi le resultó extraño que Hongjoong simplemente saliera corriendo, pero no le dió mucha importancia. Dejó el bolso que traía en el suelo y se estiró. Al parecer no había más nadie en casa. Desde donde estaba, vió que había una nota sobre la nevera. Fue hasta la cocina para leerla. Era de Yunho, diciéndole que se había llevado a Wooyoung al súper.

—Eso es raro... —pensó en voz alta, pero tampoco le dió mucha importancia. Abrió la puerta, dispuesto a comer algo, notando, muy a su pesar, que el pastel ya se había acabado. Sacó el plato vacío y lo puso en el fregadero. Ya se había puesto a buscar algo más cuando escuchó que la puerta principal se abría y varias voces se adentraban en la casa. En un par de segundos Yunho y Wooyoung llegaron a la cocina, cargando varias bolsas con la compra.

—¿Y eso qué, fueron ustedes de compras? —preguntó a modo de saludo.

—Wooyoung se ofreció a ayudarme, y pensé que sería bueno comprar comida cuanto antes. Ya somos más —le contestó el Jeong mientras empezaba a guardar algunas cosas en la nevera. Seonghwa también entró a la cocina.

—Hola —saludó a Mingi y se recostó junto a él en la meseta. Éste notó que Wooyoung tenía el ceño fruncido y movía su nariz con frecuencia. Mingi trató de respirar profundo, pero lo único que pudo percibir fue el olor de las cosas que habían comprado los demás.

—¿Dónde están los nuevos? —preguntó Seonghwa, con fingido desinterés.

—Ah, les diré que bajen, así los conocen —respondió el Song. Salió de la cocina y se dirigió escaleras arriba, rumbo a la habitación que ahora compartían los híbridos.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora