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Mingi abrió la puerta de su habitación para que Jun entrara y lo siguió. El omega se paseó por el cuarto, mirándolo todo con absoluto descaro.

—Es justo como pensé que sería. Un cuarto que encaja contigo: serio y sobrio.

—¿Qué quieres, Jun?

—¿Por qué la aspereza? A mi entender, quedamos en muy buenos términos —Jun se dejó caer sobre la cama, sintiendo con sus dedos la textura de las sábanas.

—No era necesario que vinieras hasta aquí si querías hablar conmigo. Un mensaje hubiera bastado.

—Y te habrías ido a verme a espaldas de tu lobito.

—No lo digas así... sabes que hay cosas que él no necesita saber.

—Pues él ya sabe de lo nuestro.

—Si piensas que esas son noticias frescas, pues me temo decepcionarte. Ya yo sé que Yeosang sabe de ti. Sintió tu olor en mí la última vez.

—No es de extrañar que me mirara así entonces.

—Jun…

—De acuerdo, de acuerdo —se irguió, sentándose en el borde de la cama—. Sólo vine porque me pareció más sensato que reunirme contigo por ahí y que después regresaras a casa con mi olor. Creo que te buscarías más problemas si hubiera sido así. Además, tenía que darle un recado a Wooyoung.

Mingi frunció el ceño.

—¿A Wooyoung?

—No te preocupes por eso. A lo que vine… —sacó un papel doblado de su bolsillo y se lo extendió al Song—. Ya encontramos al tipo que estabas buscando.

Mingi tomó el papel y lo desdobló. Ahí estaba la información personal de la persona que llevaba más de cinco años buscando. Le dió una leída rápida al papel para constatar lo que le interesaba: la dirección.

—Es en Jeolla —alzó la vista para mirar a Jun, quien estaba jugueteando con su almohada.

—Sí, pero deberías leer con más atención —se puso de pie y se acercó para señalar una línea en el papel—. El señor Kim, a quien tan insistentemente buscabas, falleció el año pasado de un derrame cerebral.

Mingi leyó atentamente. En efecto, no se había fijado pero ahí estaba escrito.

—Entonces… —su voz tembló—. ¿Todo fue en vano?

—No. Tienes su dirección. Si vas allí, puede que encuentres lo que realmente te interesa.

—¿Crees que aún esté allí?

—El señor Kim tenía una florería. Todo indica que es un negocio familiar. Al parecer ninguno de los dos estaba muerto como pensabas, así que sólo te resta continuar averiguando por tu cuenta. El trabajo difícil ya está hecho —Jun le arrebató el papel suavemente y lo volvió a doblar, metiéndolo en el bolsillo delantero del pantalón de Mingi—. Ya lo he encontrado por ti.

—Gracias —Mingi observó receloso como las manos de Jun lo tocaban distraídamente.

—No, ningún gracias, Song Mingi, ahora tienes que cumplir tu parte del trato.

—Nunca me pediste nada a cambio.

—Te dije que en su momento iba a cobrarte el favor… y tú aceptaste.

Mingi retiró la vista. Jun lo miraba fijamente, aprovechando la diferencia de alturas.

—De acuerdo, ¿qué quieres?

—A Wooyoung.

El Song frunció el ceño.

—¿Wooyoung? ¿Qué hay con Wooyoung?

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora