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Yunho fue hasta su cuarto y rebuscó en sus cosas hasta que encontró un acetaminofén para Jongho, cruzó el pasillo casi corriendo y fue a dárselo. El menor pareció reconocerlo esta vez y abrió un poco sus ojos al verlo allí, casi como si le temiera. Pero él sólo le dió el medicamento y acarició suavemente su cabeza, tratando de transmitirle calma. Jongho se tomó la medicina y suspiró con una mueca de dolor.

—¿Cómo te sientes? —Yunho le preguntó, acomodándole el despeinado cabello.

El pelinegro sacudió su cabeza, negando.

—¿Quieres algo?

De nuevo volvió a negar, como si su presencia le incomodara.

—Ya te di algo para la fiebre. Sólo descansa —se puso de pie y sacudió las rodillas de su pantalón—. Te voy a traer unas compresas —dijo mientras retrocedía lentamente, observando como el Choi volvía a cerrar los ojos, apretando la sábana con sus puños.

Mientras llenaba una vasija con agua helada, Yunho podía sentir como su cuello le ardía con más intensidad. Por mucho que se echara cremas y pomadas, el ardor no cedía, de hecho, se había intensificado con los días, y luego de entrar a la habitación de Jongho, se había vuelto casi insoportable, junto a ese enorme calor que lo recorría de la cabeza a los pies, haciéndolo tener ideas extrañas.

Cuando fue a ver de nuevo a Jongho ya éste se había vuelto a quedar dormido. Le puso la compresa fría sobre la frente y lo miró durante un rato. La expresión del chico lucía adolorida, realmente parecía enfermo.

El Jeong buscó nuevamente el frasco del medicamento extraño y releyó la etiqueta.

¿Por qué Hongjoong estaría dándole ese medicamento a Jongho?

Tomó su teléfono una vez más y escribió el nombre del medicamento en el buscador. Obtuvo un montón de artículos científicos y de revistas como resultado. Casi todos coincidían con lo que dijo Seonghwa. El propiltiouracilo era un medicamento anti tiroideo que se usaba en el tratamiento del hipertiroidismo y en la preparación de pacientes que iban a sufrir de una extracción de la glándula tiroides. No aparecía nada sobre la letra griega o los números, sólo hablaba del propiltiouracilo en el tratamiento de esa enfermedad. Seleccionó el hipervínculo del hipertiroidismo y esto lo redirigió a otros tantos artículos sobre el tema. El menor no parecía tener nada de eso. Ninguna de las fotos que vió se acercaba a su apariencia. Ninguno de los síntomas coincidía. Desvió su vista del teléfono por un segundo y volvió a mirar el rostro durmiente del chico.

Era hermoso, perfecto. No había nada malo con él.

Así que, ¿por qué Hongjoong…

Bloqueó su teléfono y cambió la compresa una vez más. Ya no lo sintió tan caliente como hacía un rato así que simplemente le dejó la compresa puesta y salió.

Enseguida sintió un ligero alivio. La habitación de Jongho estaba llena con ese olor extraño pero delicioso, ese olor que lo hacía sentir excitado por alguna razón desconocida.

Además su cuello ardía. Ardía como el demonio.

Fue a su habitación y se dejó caer en la silla de su escritorio mientras se masajeaba la nuca. Sentía como si su piel pudiera romperse fácilmente. Pensó que tal vez le había hecho alergia a algo. Tal vez al champú… No quería rascarse pues sentía su piel muy sensible. En resumen: la sensación que sentía si tocaba su cuello sólo acrecentaba la excitación que le producía el olor de Jongho. Por eso no quería tocar mucho esa zona.

Sin embargo le ardía, y era molesto.
Chasqueó la lengua y se echó hacia atrás dando vueltas en la silla. Se sentía frustrado. No quería admitir que Seonghwa tenía razón pero, al parecer necesitaba sexo. Y pronto.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora