60

739 80 36
                                    

A veces parecía que el tiempo pasaba demasiado lento, como si quisiera burlarse, como si esa fuera su naturaleza; cruel e insensible.

Mientras Wooyoung miraba hacia el vacío del papel en blanco que tenía delante, toda su atención estaba fija en su celular. Sus pies se sacudían rítmicamente, señal de una alteración que apenas podía contener. Toda su piel se sentía extraña, como adormecida, necesitada por un poco más de las caricias de San. Fingía que no, pero ansiaba ver la pantalla de su móvil iluminarse con una llamada o, al menos, un mensaje. Estaba dispuesto a dejarlo todo, salir de la reunión en la que estaba, sin pedir permiso, sin justificarse. Estaba dispuesto a cualquier cosa si San se lo pedía.

Pero él no haría el primer movimiento.

Se estaba gastando el poco autocontrol que le quedaba en eso.

Aun si en realidad era un omega necesitado, no tenía por qué actuar como tal a menos que fuera absolutamente inevitable. Debía conservar un poco de su orgullo. Si San prácticamente lo había corrido diciéndole que ya lo buscaría, él no iba a ser el imbécil que lo llamara primero.

Tal vez ya hubiera perdonado un poco a San... sí, un poco. No por el regalo, de hecho, si fuera sólo por eso, simplemente lo hubiera dejado en el auto y le hubiera escrito un gran: "¡Jodete!" en un lindo mensaje. El regalo, aun si le había encantado, era lo que menos importaba en aquel momento. Porque más allá de lo que su cuerpo estuviera pidiendo como loco, él mismo sentía una curiosa necesidad de conocer más al Choi. Estaba absolutamente seguro de que no conocía para nada al San que había escrito esa carta, el que lo había sostenido en sus brazos de aquella forma para nada posesiva y desconsiderada. San era más que lo que el siempre veía de él, más que un alfa malhumorado y con complejo de sugar daddy.

Y realmente se moría de ganas por conocerlo mejor.

O sea... si su alfa en realidad tenía un lado como ese... ya no tenía por qué resistirse tanto, ¿verdad?

Destapó y volvió a tapar por enésima vez el bolígrafo que tenía entre sus dedos. A pesar de que le había emocionado un poco que lo dejaran participar en una reunión del equipo de marketing, no se había podido concentrar en absoluto. El hecho de que, más que una reunión, aquello pareciera una charla en el horario de descanso no ayudaba mucho. Wooyoung sabía que en aquel lugar no trabajaban más de treinta personas, después de todo. A pesar de ser una tienda muy buena, era pequeña, y todo el proceso de trabajo allí se sentía extrañamente familiar y cómodo. Mientras él y otras cinco personas estaban sentados en aquella mesa, bebiendo café y discutiendo sobre algo que no había captado muy bien, sus pensamientos seguían dando vueltas en torno a sus últimas cuarenta y ocho horas.

Se iba a volver loco si seguía así.

Y, para colmo, San seguía sin contactarlo.

—¿Entonces qué vamos a hacer?

La intervención algo exaltada de una de las mujeres presentes lo sacó de su ensimismamiento.

—... Estamos a menos de un mes de la fecha acordada para comenzar la campaña de primavera. A este paso, no sólo no vamos a poder hacer la campaña publicitaria a tiempo, sino que también nos vamos a perder la oportunidad de promocionar en la feria de la moda del distrito comercial y de lanzarnos durante el cambio de estación.

Wooyoung arrugó un poco el entrecejo. No había estado prestando la más mínima atención pero, ahora que escuchaba, el asunto parecía ser serio. La mujer que había dicho todo aquello era la jefa del departamento de marketing. Ya Wooyoung conocía a todos los que trabajaban allí, aun si llevaba pocos días. Se notaba que estaba algo alterada. Wooyoung podía sentir su olor un poco inestable por debajo del perfume muy poco sutil que usaba.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora